Y vosotros estáis completos en Él – Colosenses 2:8-15


Completos en Él.

(Col 2:10) “y vosotros estáis completos en Él,…”

Es decir: “Completos en Jesús”. Esta es la frase que vamos a tener de fondo a lo largo de esta exposición.

Cuando el apóstol Pablo escribió esta carta, su intención era combatir una serie de herejías que se habían introducido en la iglesia en Colosas. Doctrinas que atacaban la persona de Jesús, negando su divinidad y la perfección de su Obra Redentora.

Esta falsa enseñanza era una extraña mezcla de judaísmo y filosofía pagana. Un sincretismo de ritos y normas tomados del Antiguo Testamento con filosofía griega y prácticas orientales ¿Podemos imaginar semejante revuelto? Los promotores parecen ser judíos presuntamente convertidos al cristianismo que entre otras cosas decían:

“¡Sí, Jesús es el Mesías! Su palabra viene de Dios, pero es que, además…” y con este “pero además” introducían sus enseñanzas.

Esta forma de disminuir a Jesús es la que usan religiones como el Islam, los Bahai, los mormones, la Nueva Era, y otra multitud de grupos cada cual con su profeta y sus nuevas revelaciones.

Por eso es tan importante esta afirmación de Pablo: “Completos en Él”. Todo lo relativo a nuestra salvación ha sido realizado y cumplido perfectamente en Cristo. Todo lo necesario para nuestro crecimiento y victoria en la vida cristiana está igualmente en Cristo. No hay nada que añadir, no hay nada que completar. Todos los “pero es que, además” que podamos escuchar son enseñanzas de hombres y deben ser rechazados.

En realidad, la pregunta que primeramente debiera ocupar nuestras mentes es: ¿Estoy en Cristo? Como veremos después esto es el resultado de volvernos a Dios y creer en Jesús como único y suficiente Salvador. Y después ¿De verdad estoy descansando en Él? Es fácil, incluso después de haber creído, apoyarnos para nuestro día a día en cosas o personas que no son Jesús.

Mirad que nadie os engañe.

(Col 2:8) “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.”

La advertencia del verso es solemne. El mundo grecorromano, y también el judío, tenían sistemas muy elaborados de pensamiento y de moral (filosofías), que prometían grandes cosas a quienes las siguieran, pero que realmente no podían cumplirlo (por eso habla de huecas sutilezas). Tampoco nuestro mundo es diferente. Tenemos incluso opciones políticas que en su ideario, no en su programa electoral, está transformar la sociedad para hacer “un hombre nuevo”, y esto sin tener en cuenta la dimensión espiritual del hombre, ni su condición caída, ni la necesidad de Dios.

¿Cuál era, cual es, el resultado de poner la confianza en estas cosas? Que terminaban convirtiendo a las personas en sus servidores, esclavos de ese sistema. Este es el significado del verbo engañar aquí.

(2 Pd 2:19)  “Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció.”

Y esto es así porque no tienen a Cristo, sino en el mejor de los casos un sucedáneo. Son enseñanzas de hombres basadas en aspiraciones y razonamientos humanos (por eso habla de tradiciones y rudimentos).

Esta es la tragedia de muchas personas hoy en día. De ahí que estas palabras de Pablo “Completos en Él”, son el gran tesoro que toda persona necesita descubrir: Solo Jesús puede satisfacer la necesidad del alma. El Apóstol Pedro dijo acerca de Él:

(Hch 4:12) “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”

Ahora bien ¿Por qué es suficiente para satisfacer el alma y dar salvación? La respuesta tiene dos partes: Su Persona y Su Obra.

La suficiencia de Su Persona.

(Col 2:9) «Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,»

En Jesús hecho hombre, muerto y resucitado, habitan todos los atributos y el poder de Dios. Él es verdadero Dios y verdadero hombre ¿Puede haber alguien más capacitado que Jesús para satisfacer la necesidad del hombre? Ninguno de los fundadores de nuevas religiones y ni de sus profetas, por muchas palabras hermosas que digan, puede ponerse a la altura de Jesús o reclamar ser su continuación. Sería como reemplazar lo infinito por lo finito.

La suficiencia de Su Obra.

Ahora toca responder la segunda parte. La suficiencia de su Obra. Esta Obra no es algo secreto o misterioso, sino que todos la conocemos aunque muchos la tomen como burla:

(1 Co 15:3-4) “os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;”

“Murió por nuestros pecados”. Pero antes de explorar el alcance de este muerte, abrimos un paréntesis para ver la condición previa del hombre. Cual es su estado natural sin Cristo.

La condición del hombre natural.

La condición humana antes de encontrarnos con Cristo está descrita en una dura frase de nuestro texto:

(Col. 2:13) “muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne,”.

La rebeldía del hombre natural frente a Dios y su incapacidad para quitar la maldad del corazón (Mr 7:21-23), coloca a la persona ante una muerte que tiene tres caras:  

1º. Muerte espiritual: ¿De qué va esto? El pecado separa de Dios, impide nuestra comunión con Él y nos hace vivir ajenos a la única y verdadera fuente de Vida que es Él.

En consecuencia la clase de vida que surge de nuestro interior es una vida controlada por el egoísmo del yo, por sus pasiones y deseos. Necesitamos de una “cirugía espiritual” que nos libre de la tiranía de esta naturaleza caída.

2º. Muerte judicial: Dios es justo y no condena arbitrariamente a las personas. Primero nos examina. Y la medida que ha utilizado Su Ley. ¿Conoces los diez mandamientos de Dios? Pues ellos señalan la perfección que debe tener el hombre, y la triste realidad es que nadie supera la comparación con la ley divina. Todos somos infractores, por eso Dios exclama: “no hay justo ni aún uno” (Romanos 3: 10).

Esto nos convierte en “deudores” ante Su justicia. En espera de recibir el justo castigo. De ahí la expresión: “el acta de los decretos que nos era contraria” (Co 2:14).

3º. Bajo el poder del enemigo. Nos estamos refiriendo a un personaje siniestro que en la Biblia es descrito como “enemigo de Dios y de nuestras almas”. Nos referimos a Satanás. Hasta ahora él es el único beneficiado de esta situación.

Dice la Biblia que el hombre separado de Dios anda conforme a la voluntad del príncipe de este mundo. Que él mismo se encarga de recordarle a Dios esta situación. Y para que no quede duda constantemente señala al documento con nuestra deuda.

Concluimos con que el hombre necesita vida porque está muerto espiritualmente, atado a su naturaleza pecadora. Está muerto porque la justicia divina lo ha condenado; y está muerto porque está bajo el poder de quien tiene el imperio de la muerte, esto es Satanás.

¿Qué puede hacer Jesús ante todo esto?

Es hermoso darse cuenta como por medio de la muerte de Jesús, toda esta situación puede ser cambiada. Dice la Escritura: Dios “os dio vida juntamente con Él,…”  (Co. 2:13).

1º. Muerte espiritual/Perdón de todos los pecados.

(Col 2:13) “os dio vida juntamente con Él, perdonandoos todos los pecados.”

La muerte de Jesús no es descrita en la Biblia como una tragedia, sino como un sacrificio voluntario por nuestros pecados. Es decir, sufrió nuestro castigo, se hizo cargo del precio de nuestra deuda.

(1 Pd 3:18) “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios,”

Y la palabra que quiero destacar es “todos”. No algunos pecados sino todos; y no en parte, quedando un resto que depende de, sino completa. Todo aquel que ha creído en Jesús como su Único y Suficiente Salvador, dice la Escritura, recibe el beneficio del perdón de todos los pecados.

2º. Muerte judicial/Anulando la deuda con Dios.

(Co. 2:13-14) “os dio vida juntamente con Él, perdonandoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros,… ”

Puesto que estamos unidos a Cristo por medio de la fe y Cristo no solo ha cumplido con las demandas de la ley en nuestro lugar sino que además ha pagado nuestra deuda… esto implica: deuda cancelada, libertad. Que nadie nos vuelva a poner en servidumbre mediante el cumplimiento de festividades religiosas, ritos y filosofias humanas con la excusa de tener liberación y obtener algún conocimiento superior.

Bajo el poder del enemigo/El enemigo está derrotado.

(Co 2:15) “y despojando a los principados y potestades, los exhibió públicamente, tirunfando sobre ellos en la cruz.”

Es decir a Satanás y sus huestes de maldad. La muerte de Cristo ha hecho desaparecer aquel documento de deuda. Satanás ya no puede acusar. No puede reclamar para sí al que está en Cristo. (Ro. 8:3) “¿quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica”.

Pero aún hay más, con su resurrección Jesús ha desarmado completamente a Satanás. En consecuencia, tampoco tiene ningún poder tiene contra los que están en Cristo. En definitiva, nada que añadir o completar a la Obra de Jesús. Una obra perfecta, completa y sin hilo sueltos.

¿Nada que añadir?

A la Obra de Jesús nada que añadir, lo que falta es tú respuesta. Las palabras son “Completos en él”. Quiere decir, que para que todo esto sea una realidad en tu vida necesitas estar en Jesús.

La invitación es a reconocer tu situación, esa triple condición de muerte que hemos descrito, la necesidad que tienes de un Salvador, y a confesar al Señor Jesucristo como tu único y suficiente Salvador. Recuerda, Él es quien a muerto por tus pecados y el único que puede darte vida ¿Estarías dispuesto para hacerlo ahora?