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MUJERES EN LA GENEALOGÍA DEL EVANGELIO DE MATEO.
Mateo 1:1-16
Regularmente, las mujeres no son mencionadas en las genealogías bíblicas. Sin embargo, además de María, madre del Señor, Mateo incluye en su genealogía de Jesús a cuatro mujeres muy peculiares.
Las cuatro, son: Tamar, Rahab, Rut y Betsabé. La pregunta que surge, es: Qué quiso manifestar, no Mateo, sino el Espíritu Santo a través de la mención tan inhabitual de estas cuatro mujeres. Sin mayor pretensión, se podría considerar lo siguiente.
- A mi entender se destaca la libertad soberana de Dios para llevar adelante el cumplimiento de su promesa redentora.
- La efectividad con que los extranjeros, a los ojos de Dios, cobran carta de naturaleza y plenos derechos al ser integrados al pueblo de Dios, en este caso mujeres que quedan incorporadas a la simiente Santa, a pesar de su procedencia y antecedentes.
Tamar (Gn 38).
Tamar, fue una mujer cananea a quien Judá eligió como esposa para su hijo primogénito Er. Dios juzgó a Er a causa de su maldad y le quitó la vida, así Tamar quedó viuda y sin prole.
Tras el episodio con Onán hermano de Er, a quien también Dios tuvo que castigar con la muerte a causa de no querer suscitar descendencia a su hermano, Tamar urdió un plan que desbarataría también los planes de su suegro quien le negó a su tercer hijo como esposo a pesar de habérselo prometido. Se hizo pasar por ramera, sedujo a su suegro, que por cierto había enviudado y concibió de éste, (“pieza” principal en la genealogía del Mesías), a Fares.
Cuando se descubrió el “pastel”, Judá decidió quemar viva a su nuera por estar embarazada, (prueba de que había fornicado), pero resultó que cuando Tamar dijo a su suegro que él era el padre de la criatura, éste tuvo que confesar que su nuera fue más justa que él.
La historia, en verdad, es muy turbulenta, ya que el hijo que le nació a Judá de Tamar su nuera, fue de una relación tan ilícita como la de David y Betsabé. Cf. Ge.38.
Rahab (Jos 2)
Rahab sí que fue otra cananea, y por añadidura prostituta de profesión, que ejercía en Jericó, y que ayudó a salvar la vida de un comando de espías israelitas, estando firmemente convencida de que el Dios de Israel iba a destruir su ciudad.
En aquel acto de fe, Rahab arriesgó su vida, ya que, de haber fracasado Israel en la toma de Jericó, ella habría muerto por colaboracionista con el enemigo, pero evidentemente prefirió refugiarse por la fe en Dios, antes que, en los descomunales muros de su ciudad, y fue así que se salvó de perecer con el anatema.
Esta mujer, no solo aparece en la genealogía que el Evangelio de Mateo nos da de Jesús, sino que también figura en la Galería de los Héroes de la Fe, que presenta la epístola a los Hb.11:31.
Rut (Rut 1-4)
Rut también fue una mujer de origen gentil, que un israelita tomó por esposa, quien también enviudó sin haber tenido prole. En un momento crucial de su vida, esta mujer tomó una decisión trascendental. Tomó la firme decisión de renunciar a sus dioses; en su lugar tomó a Jehová como su Dios, al que quiso servir. Rut. 1:16.
Sucedió que, estando en Belén, tierra de su suegra, un familiar de su difunto esposo la tomó por esposa, y por este conducto entró en la genealogía del Mesías.
Betsabé (2º Sam 11)
Betsabé es una mujer que nos resulta como más familiar, por eso de que se le conoce por las relaciones ilícitas que tuvo con David. Un detalle que destaca en la vida de esta mujer, es como “peleó” con uñas y dientes para que el Trono de Israel no le fuese arrebatado a Salomón su hijo, cuyo reino estuvo a punto de ser tomado por su hermano Adonías.
De manera que, aunque dentro ya de la descendencia de Abraham, Betsabé peleó dentro de la particular línea de la descendencia de David, en quien se había concretado la descendencia del Mesías que impartiría bendición a todas las familias de la tierra.
De manera que al leer la Genealogía de Mateo observamos que la providencia divina permitió que estas mujeres llegasen a ser sólidos eslabones en la línea ascendente del Mesías.
La gracia y la providencia de Dios.
Así que, ascendiendo hasta Tamar, nos encontramos que nuestro Señor fue legalmente descendiente del primogénito de Judá, Er, quien falleció sin descendencia.
Todo esto, en razón de que Tamar, en su espera fiel, y en su batallar, logró que esa descendencia no se extinguiera, y con ella propició el cumplimiento de la promesa referida a que el legislador universal vendría de los lomos de Judá, (Gé.49.10), hijo de Jacob, y como tocaba, por conducto de su primogénito, lo cual el mismo Judá no tuvo en mente, pero su nuera sí, quien no paró hasta conseguirlo.
Rahab fue esa mujer pecadora que, por su fe en Jehová, le fue concedida por Dios la gracia y misericordia de la vida, y la de ser unida al pueblo de Israel a todos los efectos, y providencialmente hecha pieza clave en la descendencia del Mesías, vía Booz su hijo que después terminó siendo el esposo de Rut la moabita. Mt.1:5
Rut fue la mujer que renunció a sus dioses convirtiéndose en cuerpo y alma (de los ídolos) al Dios verdadero y abrazó la fe de Israel con todas sus consecuencias, y así fue que se convirtió en la abuela del padre de Isaí, que fue el Padre de David, Mt.1:5
Y Betsabé, como ya se ha apuntado, luchó con todas sus “armas”, (con la fuerza de la legalidad y la razón que le asistían), para que su hijo Salomón, el amado de Jehová, fuese rey en Israel, y ascendiente del Mesías. Mt.1:6.
Podemos decir que las tres primeras eran mujeres extranjeras quienes por la providencia de Dios llegaron a tener carta de naturaleza en Israel. Del caso de Betsabé solo podemos decir que aparte de las turbulentas relaciones con David, era la mujer de Urías, un heteo también naturalizado dentro del pueblo de Dios.
Así de maravillosos, impenetrables, imprevisibles e incomprensibles son los caminos de Dios, mediante los cuales revela su gracia, sabiduría y fidelidad en el cumplimiento de sus promesas. Amén y amén.
Manuel León.