Cristianismo y religiones


Cristianismo y religiones.

Islam, cristianismo, judaísmo, hinduismo… ¿Son todas las religiones iguales? Las muchas creencias ¿Son solo diferentes caminos que conducen al verdadero Dios? Una breve reflexión acerca del por qué la fe cristiana no es “otra religión”.

¿Y para qué cambiar de religión?

“Mira, todas las religiones en el fondo son iguales, Islam, Judaísmo, Cristianismo, Hinduismo… todas en el fondo dicen lo mismo: tienen un dios, unos dogmas, te piden que te portes bien, que hagas buenas obras… En realidad no importa la religión que practiques, lo importante es hacerlo sinceramente y ser buenos”. “Para cambiarme de religión, prefiero quedarme con la que tengo ahora. Total, todas son iguales en lo principal.”

Según cuentan los seguidores de Ramakrishna (SXIX), él conoció las grandes religiones del momento: cristianismo, Islam y diversas clases de hinduismo. Desde su “profunda” experiencia afirmó: “Las muchas creencias solo son diferentes senderos que conducen al Dios real”.

¿Nos suenan estas afirmaciones? Suelen ser el tipo de respuesta que escuchamos cuando hablamos de Jesús a nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros… “Todas las religiones son iguales”, “el cristianismo es igual que las demas”. Y tengo que decir que en parte, pero solo en parte, estoy de acuerdo con esto:

Creo, como la gran mayoría, que todas las religiones en el fondo, en su esencia, son iguales.

Pero también afirmo, que el verdadero cristianismo, el que nos presenta la Biblia, ES ÚNICO. No se parece a ninguna religión, y esto porque no es una religión.

Es más, y sin ánimo de ofender, creo que los que igualan el cristianismo con otras religiones están siendo injustos, y en realidad muestran un gran desconocimiento de la enseñanza bíblica. A continuación examinemos las dos afirmaciones que acabamos de hacer:

Todas las religiones son iguales.

Comprendo perfectamente que muchas personas piensen que el cristianismo es igual a las demás religiones. Ello se debe a la visión que del mismo nos dan las distintas “iglesias tradicionales” (iglesia católica, protestante, ortodoxa). Al final nos presentan un camino de salvación basado en observar dogmas, ritos, normas morales y buenas obras. Y esto se parece mucho a lo que ofrecen otras grandes religiones:

Para el judaísmo: La salvación se obtiene mediante la oración, el arrepentimiento y la obediencia a la ley.

Para los musulmanes: Hay doctrinas que debe confesar y cinco obligaciones a ejecutar. Entre ellas dar limosnas o viajar a la Meca al menos una vez en la vida.

Para el hinduismo: El hombre puede escoger entre varios caminos para ser perdonado, escapar finalmente de la rueda de la reencarnación: mediante la devoción o dedicación a unos de sus infinitos dioses, la meditación o camino del conocimiento, las buenas obras y autocontrol.

Para el budismo: La salvación, alcanzar lo que se denomina nirvana, es fruto del propio esfuerzo, Buda lo sintetizó en el llamado “óctuple sendero”.

Pero ¿te has preguntado alguna vez si lo que has aprendido acerca del cristianismo está de acuerdo con lo que la Biblia dice? Un estudio sincero acerca de las enseñanzas y de la Obra de Cristo te llevarían a una opinión totalmente distinta. Incluso me atrevería a decir que cambiaría tu vida. Veamos ahora la segunda afirmación, algunas de las razones que hacen que el cristianismo algo especial y único:

El verdadero cristianismo ES ÚNICO.

1º. Por qué no es una religión.

Toda religión, en mayor o menor medida, viene formada por un conjunto de dogmas, ritos y comportamientos que hay que creer, practicar y guardar, sin olvidar las buenas obras, y que tienen como fin acercar al hombre a la divinidad. Una especie de escalera con muchos peldaños subiendo los cuales llegas hasta el Ser Supremo. Es un instrumento para intentar alcanzar a Dios. Sin embargo el verdadero cristianismo, el que la Biblia enseña, es exactamente todo lo opuesto:

En el cristianismo, no es el hombre quien como recompensa a su esfuerzo, alcanza a la divinidad, sino que es Dios mismo quien se acerca al hombre y lo toma a sí mismo.

En el cristianismo bíblico, es Dios quien asume el costo y las consecuencias de acercarse al hombre.

¿Te das cuenta? ¡¡Todo al revés!! Si la religión la definimos como un intento del hombre de llegar a la divinidad, el cristianismo en realidad se debería definir como “Dios acercándose al hombre”:

(Juan 1:14) «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.»

Palabras conocidas y repetidas, pero muy hermosas: “…y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros…”

(Mateo 1:23)  «He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.«

Es cierto que hay religiones que reclaman la encarnación de su Dios. Por ejemplo, el hinduismo se enseña que Brahma (la divinidad) se humanó varias veces. Entre ellas se cuenta a Buda y a Krishna. Pero hay una gran diferencia entre estas supuestas encarnaciones y la encarnación de Dios en Jesús:

Jesús no aparece en la historia de los hombres como un avatar o salvador que viene a ayudar a los seres humanos a encontrar el camino para que puedan lograr la salvación. Tampoco para establecer un camino nuevo o renovar uno antiguo.

Jesús vino para asumir el costo y las consecuencias de la Salvación, siendo el mismo, con la entrega voluntaria de su vida, el precio pagado por nuestra redención. ¿Hizo esto Buda, Brahma o algún otro, para redimir a los seres humanos del sufrimiento de la reencarnación?

Hay otro texto bíblico muy iluminador respecto a lo que venimos diciendo, una escena que no deberíamos obviar. Nos situamos en el momento de la crucifixión de Jesús, justo en el momento en que entrega su vida ¿Qué sucedió?:

(Marcos 15:37-38) “Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.”

Este velo separaba el lugar Santísimo, donde simbólicamente Dios moraba, del resto del Templo. Con la muerte de Jesús el velo se rompe. Es decir, la separación entre Dios y el hombre se rompe en Jesús. Jesús hace posible, mediante su sacrificio, el acceso del hombre a la misma presencia de Dios. Pero observemos un precioso detalle, revelador de la verdadera esencia del cristianismo:

No se rompe de abajo hacia arriba, de la tierra al cielo, sino al revés: de arriba hacia abajo, del cielo a la tierra. Es Dios, quien a través de Jesús se acercaba al hombre. ¡Dios acercándose! Ya lo dijimos antes: Este es el verdadero cristianismo, por eso decimos que el cristianismo bíblico no es una religión.

2º. Su contenido es único.

Superficialmente, existen similitudes entre el cristianismo y las religiones del mundo. Sin embargo su mensaje fundamental difiere muchísimo, en especial cuando se refiere al perdón y la salvación del hombre. Las religiones básicamente son humanistas:

Generalmente parten de la base de que el hombre es bueno. En esencia es bueno.

El hombre, con buenas obras, con esfuerzo y dedicación puede ganar el perdón y en consecuencia la salvación.

Sin embargo el cristianismo es la ÚNICA “religión” en el mundo en la que el hombre no se salva por buenas obras o como resultado de su esfuerzo.

El verdadero cristianismo es ÚNICO porque hace depender completamente al hombre de la Persona y la Obra de Jesús (No dependes de tus obras, si de lo que Él ya hizo).

El cristianismo es la ÚNICA “religión” donde la Salvación se recibe gratuitamente de parte de Dios, como un regalo.

Para terminar, acudamos a la Biblia y dejemos que sea ella la que nos muestre su mensaje único. Al contrario que las religiones, la Biblia dice:

1. Que el hombre es pecador por naturaleza. Aún siendo un ser religioso, la desobediencia y la rebeldía están arraigadas en su corazón. Esta realidad, lejos de dignificarle cada día le está alejando más de Dios y degradándole como persona.

(Marcos 7:21-23) “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”

(Jeremías 17:9) «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?»

2. Sus obras, su esfuerzo, su sacrificio, su dinero…. nada tiene, nada puede hacer que le sirva para salvarse:

(Job 14:4) «¿Quién hará limpio a lo inmundo? Nadie.»

(Jeremías 2:22) «Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor.»

3. De ahí la necesidad de que sea Dios quien tome la iniciativa, se acerque al hombre y realice la Obra necesaria que nos permita llegar a Él: (Rm 5:6-8) (1ª de Juan 4:9-10,14).

(Tito 3:4-5) “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, (en nuestro idioma la palabra misericordia está compuesta por miseria + cardio, corazón. Nuestra miseria mueve el corazón de Dios para actuar a nuestro favor) por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,” (es decir aplicando la Obra de la cruz, el sacrificio de Jesús, por medio del Espíritu Santo).

4. Dios ofrece gratuitamente la salvación ganada por Jesús en la Cruz. El único requisito es un corazón arrepentido, consciente de su incapacidad para salvarse, y que clame a Dios: (Salmo 51:17) (Efesios 2:8-9) .

(Romanos 10:11-13) “Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”

Si hasta hoy has estado despreciando el cristianismo por considerarlo “una religión más”, la invitación es doble: 

1º. Evalúa esa afirmación a la luz de la Biblia y de la revelación respecto a la persona de Jesús.

2º. Reconoce tu condición de pecador, incapaz de alcanzar ninguna Salvación por ti mismo, y mira a Jesús, Aquel que voluntariamente puso su vida en la Cruz como precio para obtener tu perdón. Pídele que te salve, que llegue a tu vida como tu Señor y tu Salvador.

 

 

 

Natanael Leon