CREER EN JESÚS significa…
Hechos 16:26-34
“Señores, ¿Qué debo hacer para ser salvo?” preguntó aquel hombre quebrantado a Pablo y a Silas. Y la respuesta no puede ser más certera ni contundente: “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” y exhortaron no solo a aquel hombre angustiado a creer en Jesús, sino también a toda su familia que sin duda, fueron testigos de lo sucedido.
“Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo,…” Estas son las palabras con las que muchas veces terminamos nuestra presentación del Evangelio. La invitación que inevitablemente hacemos a la persona que muestra preocupación por la condición eterna de su alma. Y la exhortación con la que concluiremos hoy.
– “Ah, pues si es así, yo ya creo, soy una persona de mucha fe” dicen resueltamente muchas personas.
– “Yo también tengo mucha fe en Jesús” dicen otras mientras expresan su preferencia, entre vírgenes y santos, por algún “cristo” determinado.
Y sin embargo, no es de eso de lo que estamos hablando. De hecho estas personas que hablan así generalmente viven en miedo e incertidumbres con respecto al perdón de sus pecados y la eternidad. Posiblemente desconocen para qué nació Jesús y el valor de su muerte en la cruz. Es por esto, por la gran confusión que hay, que les invito a reflexionar en el significado bíblico de este “creer en Jesús” que trae la Salvación.
Pero para ir despejando dudas y que nuestra atención vaya creciendo, veamos primero lo que no es “creer en Jesús”.
Cuando Dios pide “creer en su Hijo” para Salvación no habla de:
1. Creer que Jesús existió, que realmente fue un personaje de la historia: Fe histórica.
Evidentemente esto es importante pues si no crees que existió entonces nada de lo estamos diciendo tiene sentido. Sin embargo, volvemos a repetir, tener esta convicción firme, avalada por la historia y la arqueología, de su existencia no es suficiente.
2. Creer que Jesús fue un gran maestro: Fe intelectual.
Reconocer sus enseñanzas como buenas o verdaderas, la profundidad y la coherencia de las mismas, sentir admiración hacia ellas… todo ello evidentemente es importante, pero cuando la Biblia dice “creer en Jesús” está hablando de más que esto.
3. Sentir una gran emoción en el corazón con respecto a Jesús: Fe emocional.
Son muchas las personas que hablan de “sentir una gran devoción hacía el Cristo de…”; o tenerle como un fuego en el corazón. No es difícil encontrar gente que se quebranta en semana santa, en las procesiones. Pero la realidad es que una persona puede “sentir” muchas cosas y sin embargo vivir deshonrando a Jesús, sin que esté presente y transformando su vida.
Amigos, aunque el conocimiento, la mente y los sentimientos están involucrados, sin embargo no es esto lo que Dios quiere decir cuando nos llama a Creer en Jesús para Salvación (Juan 3:16).
Después de ver lo que no es “Creer en Cristo”, veamos ahora lo que esto sí significa o implica:
Creer en Cristo para Salvación, implica:
1º. La necesidad del arrepentimiento.
Hablar de creer para salvación es hablar necesariamente del arrepentimiento. Son dos caras de la misma moneda. El arrepentimiento es el aspecto negativo, en el sentido de que tiene que ver con nuestra relación con el pecado, y la fe el aspecto positivo en cuanto se refiere a nuestra respuesta a la oferta de Salvación por medio de Jesús.
De hecho, el anuncio del Evangelio, las buenas noticias de Dios para el hombre, por parte de Jesús comenzó con esta predicación: “Arrepentíos y creed el Evangelio” (Marcos 1:15). Y así predicaron los primeros cristianos la Salvación por medio de Jesús (Hechos 20:20-21): “…testificando a judíos y gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo”. ¹
Que el arrepentimiento es una necesidad universal, es decir, de toda persona sin excepción, se ve con claridad en palabras de Jesús en (Lucas 13:4-5). Y resaltamos estas palabras: “si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”.
Importante darse cuenta que este llamado al arrepentimiento no lo hizo a un grupo de borrachos o drogadictos, ni a gente ladrona, peleones, de mal vivir, que evidentemente lo necesitan, sino a hombres religiosos, de vida recta, comprometidos incluso con las buenas obras. Es de buena lógica entender que, si ambos grupos extremos están incluidos, este TODOS incluye también a “gente normalita como tú y yo” (Hechos 17:30).
Lo que esto implica, y creo que nos damos cuenta, es que arrepentimiento es mucho más que lamentarse o dolerse por las cosas malas que hemos hecho, del daño que hemos causado, y buscar romper con ello. ¿De qué estamos hablando?
Reconocer mi condición de pecador.
Estamos hablando de un cambio de mente, (metanoia, cambio de mente, cambio de parecer), una reevaluación moral de nosotros mismos no en base a nuestros conceptos sino lo que Dios dice de nosotros. Tiene que ver con aceptar Su veredicto sobre nuestra condición: que soy un hombre, una mujer, pecador por naturaleza, incapaz de vivir conforme a la voluntad de Dios. Incapaz, a causa de mi condición, de obrar para mi salvación (Marcos 7:21-23) (Romanos 7:21).
Esto es importante porque pone el dedo en la llaga, en el origen del problema. Cuando lo primero (reconocer mis pecados personales) nos lleva a lo segundo (reconocer mi condición pecadora), evitamos un malentendido muy común, y es el acudir a Dios como si fuese un coach, un entrenador personal, que nos solucione algún problema de carácter, con la droga, o nos quite el sentimiento de culpa por haber robado o maltratado o incluso matado a alguien. Para ello ya existen diferentes iniciativas sociales, de gente con buena voluntad, clínicas con buenos especialistas, grupos de apoyo etc.… que pueden tener un notable porcentaje de éxito en estas tareas. No, Dios no busca tu mejoramiento personal, busca tu transformación, y para ello es necesario que reconozcas tú condición y tú necesidad.
Mi querido amigo ¿Te reconoces pecador delante de Dios? ¿Ves la necesidad en tu vida de que Dios te perdone y te cambie?
Pero hay un segundo aspecto de este arrepentimiento relacionado con el creer para Salvación que debemos destacar:
Dejar de confiar en sí mismo para la Salvación.
Son muchas las personas que piensan de la siguiente manera:
– “Soy bueno/a, he sufrido mucho, soy pobre pero honrado/a, trabajo mucho por mi familia,… Dios tiene que acordarse de mí.”
– “Practico una filosofía positiva frente a la vida y busco el mejoramiento personal a través de diferentes técnicas. De algo tiene que servir.”
– “Soy practicante de una religión cristiana, soy bautizado “cristianamente”, tengo gran devoción a la virgen o a determinados “santos”, cumplo las promesas a la virgen,… No debo andar muy lejos del cielo.”
Sin embargo la Palabra de Dios enseña con claridad que la salvación no es algo que llegas a merecer o que puedes alcanzar por tus medios sino un regalo, un don de Dios para todo el que, renunciando a todas estas cosas, cree única y exclusivamente en su Hijo. Considera Efesios 2: 8 y 9.
Cuanto más te aferras a tus convicciones, a tu religión, tu filosofía o la propia bondad más te alejas del don de la salvación.
Dichas estas cosas, es el momento de pasar al aspecto positivo de Creer en Jesús para Salvación:
2º. La fe. La necesidad de depositar toda mi confianza y descansar única y exclusivamente en Jesús.
Hoy día la expresión “creer” o “creer en algo” está tan devaluada que lo mismo expresa una inseguridad, una opinión o una posibilidad entre varias. Nada que ver con lo que enseña la Escritura, donde el término está relacionado con “confianza”, “seguridad”, “convicción”.
De tal manera que cuando la Biblia nos llama a “Creer en Jesús” o al “Evangelio” nos está llamando a descansar plenamente en la persona de Jesús y en su Obra, a poner toda nuestra confianza y seguridad en Él. Mira lo que dice Hechos 4: 11 y 12.
“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.
La Salvación descansa única y exclusivamente en la obra de Jesús, en su muerte en sacrificio por el pecado en la cruz, y es en Él que debemos apoyarnos.
Y te llamo la atención al hecho de que Pedro no menciona ni a la virgen, dándole un papel más o menos importante, ni tampoco a una corte de “santos” o de ángeles. Solo a Jesús. Él es el Hijo de Dios encarnado, el que dio su vida en pago para cancelar nuestra deuda con el pecado. Él es quien nos reconcilia con Dios y trae Su vida, transformación, a nuestros corazones.
María, la madre de Jesús, con todo y ser una mujer bienaventurada y llorar intensamente ante la muerte injusta de su hijo, ni dio su vida, ni participó en el sacrificio de Jesús por el pecado en la cruz. Al contrario, cuando alabó a Dios estando embarazada de Jesús exclamó: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lucas 1: 46-47). Y lo mismo ocurre con los llamados santos, los que existieron de verdad pues hay muchos que son invención de los hombres, ninguno es válido para ayudar siquiera un poquito.
A modo de conclusión: “Creer en Jesús” es tener un encuentro personal con Jesús.
Todo lo que hemos dicho con anterioridad, la necesidad del arrepentimiento, el reconocer nuestra condición ante Dios y dejar de confiar en uno mismo para la salvación, entender que Jesús es el único Salvador y hay que descansar sólo en Él, todo ello tiene que terminar con un encuentro personal con Jesús (Juan 1:12).
No hablamos de nada extraño, hablamos sencillamente de pedirle al Señor Jesucristo que entre en mi vida dándome el perdón y la Salvación. Este es el punto culminante o esencial de todo lo que hemos dicho.
La salvación no es una cuestión de integración en un determinado grupo (por ejemplo los evangélicos), ni algo que otra persona –con algún tipo de influencia- nos puede resolver. La Biblia nos enseña que cada persona, individualmente, es pecadora; y cada una, también de forma personal, responderá ante Dios en el Juicio final. Por tanto: Cada uno necesita de nosotros un encuentro con Jesús.
Mi querido amigo ¿Has tenido ya este encuentro con Jesús para salvación? ¿Has creído en el Señor Jesús como tu Único y Suficiente Salvador?
¹ En el Evangelio de Juan no aparece el término arrepentimiento para la Salvación, solo creer. Evidentemente está implícito. En Hechos 17:30 tenemos un ejemplo de lo contrario, Pablo expresa el mandamiento de Dios con estas palabras: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;» Este llamamiento al arrepentimiento tenía como fin la fe en el Hijo de Dios (Hechos 17:34).