BUENO ES EL SEÑOR PARA CON TODOS.

“BUENO ES EL SEÑOR PARA CON TODOS”

Salmo 145: 8 y 9.

UNA IDEA EQUIVOCADA DE DIOS.

Hay muchas personas que al leer unos versos como estos concluyen entusiasmados que Dios es “todo amor”.

Para ellos esto significa que Dios es “extremadamente bueno, tolerante y comprensivo… y cuando llegue el momento de la muerte, Él tendrá misericordia de todos y no nos castigará”. Al menos no a la mayoría, solamente a alguno que ha sido “especialmente malo o cruel” y ya está.

Pero no nos engañemos. Esta forma de pensar es una “falacia”, es decir un argumento aparentemente razonable, pero falso.

Cierto es que Dios es bueno, infinitamente bueno, pero también es cierto que Él es otras cosas tan importantes como es el amor. Si no fuera así Dios no sería Dios, o al menos el Dios que se da a conocer en la Biblia. Lo que ocurre es que al ser humano tiene la “mala costumbre” de quedarse solamente de lo que le conviene, ignorando las otras verdades. Y así ocurre con este tema.

DIOS TAMBIÉN ES JUEZ JUSTO.

Veamos una de estas verdades tan voluntariamente ignoradas:

“Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable;  que visita la maldad…” (Números 14:18).

Efectivamente, aquí de nuevo se afirma el inmenso amor de Dios recordando que es misericordioso y perdonador, pero también dice: “aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable;…”. 

Esto nos revela a Dios como un Dios Justo, y que actúa con verdadera Justicia en relación con su creación. Si Dios dejara de amar, dejaría de ser Dios pues Él es amor. Pero si no aborreciera la maldad y dejara de juzgarla también dejaría de ser Dios pues Él es Santo y Justo. ¿Podemos estar de acuerdo con esto?

Admitamos entonces que Dios es Juez Justo, que castiga la maldad y por tanto al que hace lo malo. La cuestión ahora sería ¿A quién castiga?. 

¿Solo a genocidas, violadores, maltratadores, pedófilos, asesinos, traficantes de drogas y otros semejantes? Esto es lo que normalmente concluimos.

TODOS PECADORES, TODOS BAJO EL JUICIO DE DIOS.

Pero dejemos que sea la propia Biblia, la Palabra de Dios, la que nos aclare este tema:

  • 1º de Reyes 8:46. Salomón, el hombre más sabio de la historia, hace aquí una declaración que no debe ser ignorada: “porque no hay hombre que no peque,”.
  • Romanos 3:9,23. Las palabras del apóstol Pablo son también bastante claras: “todos están bajo pecado”; “Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios”. Nadie supera el “estandar de calidad” del cielo.

¿Desconcertado/a?, ¿Te parece fuerte lo que esto significa? ¿Lo entiendes? Te llamo ahora la atención a unas palabras de nuestro Señor Jesucristo:

“Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos,  las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7: 20 al 23).

Es verdad que nunca has matado, quizás no has robado, quizás nunca has sido infiel en tu matrimonio,… pero hay infinidad de acciones y actitudes del corazón que ponen en evidencia que la Biblia tiene razón, que somos pecadores (ofendemos la Santidad de Dios y faltamos a Su justicia):

  • ¿Quién está libre de “los malos pensamientos”?
  • ¿Sabes qué es fornicación? Se refiere a tener relaciones sexuales fuera de la esfera natural que Dios ha provisto, el matrimonio entre hombre y mujer biológicos. Pocas personas pueden decir hoy en día que no ofenden a Dios en esta área de sus vidas.
  • ¿Homicidio? No has matado, es cierto. Pero Jesús dijo que cualquiera que desea el mal a su prójimo es como si hubiese matado. ¿Hay alguno que pueda decir “yo estoy libre”?
  • ¿Y qué de la mentira, la envidia, la maledicencia, la murmuración, la soberbia,…? En 1ª de Juan 1: 8 y 10 leemos:

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”. “Si decimos que no hemos pecado,  le hacemos a él mentiroso,…”

Pero lo más notable de las palabras de Jesús no es la “lista de pecados” sino las palabras: “todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre”. No solo se trata de lo que hacemos o seamos capaces de hacer sino de nuestra condición: Somos pecadores, malos, por naturaleza. ¿Sabes que implica todo esto?

Puesto que Dios es Santo y Justo, y puesto que “…de ningún modo tendrá por inocente al culpable;…”, esto nos lleva a la conclusión de que todos sin excepción estamos bajo el justo juicio de Dios. ¡En peligro de eterna perdición!

¡De acuerdo! ¡Soy un pecador! ¡Hago lo que a Dios no agrada! ¿Y ahora qué? ¿De qué me sirve reconocerlo? ¡Bastante dura es ya la vida para que ahora pongas sobre mí un peso como este! ¿Dónde está “ese Dios clemente, misericordioso y bueno para con todos” que leíamos antes?

Buena pregunta, pero qué tal estas otras. Lo complicamos un poco más:

¿Cómo podría Dios actuar con justicia y a la vez con amor sobre el hombre? ¿No es una contradicción?

  • Su Justicia le obliga a castigarnos, de lo contrario no sería Dios Justo.
  • Su amor busca salvarnos.

Pero Dios, en su inmensa sabiduría, ya previó desde la eternidad la manera en que podría actuar para nuestro bien sin menoscabar su justicia. La solución de Dios tiene un nombre: Jesucristo el Hijo de Dios, verdadero Dios y verdadero hombre.

JESUCRISTO, LA JUSTICIA Y EL AMOR SE DAN LA MANO (Salmo 85:10)

Presta ahora atención a la siguiente lectura: 1ª Jn 4: 9,10. ¡Qué palabras tan hermosas!

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo, para que vivamos por Él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,  sino en que él nos amó a nosotros,  y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”.

Y llamo tu atención a esta última parte del verso: “…envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. Suenan “raras” pero contienen una verdad maravillosa.

Están señalando directamente a la escena de la crucificción de Jesús y nos están diciendo que aquella no fue una muerte más, sino que en aquel momento el Hijo de Dios estaba recibiendo sobre sí el castigo que nosotros merecíamos (por nuestras mentiras, desobediencias, nuestro orgullo, fornicaciones, los celos y envidias del corazón, y aún por el pecado más terrible, oscuro y vergonzante que hayamos cometido). Fue literalmente nuestro sustituto ante la Justicia de Dios.

¿Cuántas veces no hemos visto a un ser querido, un hijo, sufrir a causa de una enfermedad y hemos deseado ardientemente ocupar su lugar? Pues esto mismo fue lo que Jesús hizo cuando murió en la cruz.

De esta manera Su Justicia, la cual obliga a Dios a castigar la maldad en nosotros, quedó plenamente satisfecha, y satisfecha su justicia ya no hay obstáculo para que Dios pueda perdonar al pecador, darle de su vida (Vida Eterna) y recibirle en su familia (a una relación de intimidad).

Me gustaría compartir las estrofas de un precioso himno, veámoslo ahora (Himno 32):

Dios no puede excusar al culpable,

Por sus culpas tendrá que morir;

Mas la cruz a la vez nos demuestra

Que en justicia sabe Él redimir.

Jesucristo la deuda ha pagado

Con la sangre preciosa que dio;

La justicia ya está satisfecha,

Y la gracia los brazos abrió.

BUENO ES EL SEÑOR PARA CON TODOS.

¿Recuerdas las palabras del Salmo que leíamos al principio? “Bueno es el Señor para con todos”.

No importa la raza, la cultura, la condición social, económica, el nivel de estudio, el grado de degeneración al que hayas llegado en esta vida… estas buenas noticias, “Salvación por Jesús”, son para TODOS. También para tí.

Pero aún falta algo. Este regalo que Dios ofrece al hombre, comprado con la sangre (la vida) de su Hijo Unigénito, es para todos pero AÚN NO ES DE TODOS.

Me explico: No basta con que el cartero te lleve a casa un aviso de paquete y además te diga que es gratuito. Tienes un papel que te lo anuncia pero hasta que no vayas a correos y lo reclames no lo tendrás.

Igual ocurre con la Salvación. La Biblia es como una carta de Dios que te dice lo que eres y te anuncia el perdón y la vida por medio de Jesucristo. Pero ahora debes reclamarla para ti. Debes arrepentirte de tus pecados, (reconocer que lo que la Biblia dice respecto a tu condición es cierto, que necesitas un Salvador) y creer en el Señor Jesucristo como tu único y suficiente Salvador.

Mi querido amigo, si escuchas hoy su voz “no endurezcas tu corazón”. Ríndete ante la voz del Señor y pídele que sea tu Salvador.