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El Sermón Profético de Jesús.
Aplicaciones y exhortaciones finales (III).
Marcos 13:28-37
Estamos en la última de las cuatro divisiones en las que hemos dividido el texto del Sermón Profético de Jesús: Advertencias Generales (13:5-13), La abominación desoladora y la gran tribulación (13:14-23), La Segunda Venida con gran poder y gloria (13:24-27), y Aplicaciones y exhortaciones finales (13:28-37).
Aunque existen diferentes posibilidades, para este estudio hemos dividido estas aplicaciones y exhortaciones finales en tres partes:
– La parábola de la higuera (13:28.29). La conclusión perfecta a las profecías sobre Jerusalén y el fin de este siglo.
– La certeza de la profecía (13:30-31). Jesús continúa recordando que la Palabra de Dios, en este caso la profecía, se cumple Sí o Sí. No hay puntos intermedios.
– Una exhortación sobre la necesidad de velar (13:32-37). Es la parábola del dueño de la casa que se ausenta por un tiempo. En realidad la única que recoge Marcos.
La necesidad de mirar, velar y orar (13:28-37).
Y ahora hemos llegado a la última parte de lo que son las aplicaciones y exhortaciones finales de Jesús (13:28-37): La necesidad de mirar, velar y orar (13:32-37). Si queremos ampliar esta instrucción, habría que acudir al relato de Mateo (Mt 24:37-51). Marcos, guiado sin duda por el Espíritu Santo, recoge solo aquella parte que cree necesaria de cara a sus lectores originales.
Llegados a este punto de nuevo tenemos que advertir de un peligro: centrarnos en la “frase de la polémica” y olvidarnos de la enseñanza principal.
Esta “frase polémica”, que es importante estudiar, está casi al comienzo: “de la hora nadie sabe,… ni el Hijo, sino el Padre.” (13:32) “¿Por qué no sabe Jesús el momento exacto de su regreso?” “¿Tendrán razón los que niegan la divinidad de Jesús?” Interesante ¿verdad? ¿Pero cuál es la enseñanza principal?
La enseñanza principal: Puesto que nadie sabe el día ni la hora, los seguidores de Jesús deben: Mirar (estar prevenidos), velar (no dejarse vencer por el sueño) y orar (13:33).
Pero, ¿Es esta una enseñanza solo para los seguidores de Jesús que vivan en el final de los tiempos? Evidentemente no. Esta actitud vigilante es para el creyente de todos los tiempos, tanto para los que esperamos un arrebatamiento inminente como para los que alcancen el fin de los tiempos: “Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo.” (13:37).
Y aquí abro paréntesis: Si la Segunda Venida está llena de señales, el conflicto en torno a Jerusalén, la abominación desoladora, la gran tribulación, las señales cósmicas, ¿Por qué dice que del momento nadie sabe? ¿Acaso las circunstancias no lo harán evidente? ¿Por qué este énfasis en velar si todos sabrán lo que va a suceder?
Porque nadie sabe el momento en que empezarán a desencadenarse los acontecimientos que desembocan en Su Venida y la instauración del Reino. Nadie sabe el momento del arrebatamiento, por eso el cristiano debe velar, ni el tiempo de la manifestación del anticristo y todo lo que desencadenará.
– De hecho, el día del Señor, en este caso entendido como un periodo de tiempo de siete años, tomará por sorpresa a las gentes de este mundo. Para ellos será como ladrón en la noche. No así al cristiano, que espera previamente el rapto de la iglesia (1ª Ts 5:1-10). Será como en los días de Noe, dijo Jesús, enfatizando la sorpresa que supuso para ellos la manifestación del juicio de Dios (Mt 24:37-39).
Y aún sucederá que, después que comience el día del Señor, y los juicios de Dios se manifiesten, muchos creerán que hay esperanza para este mundo. ¿Qué quiero decir? Que posiblemente la aparición del anticristo como un falso mesías, y del dragón, Satanás, con todo su poder, y del falso profeta, con su poder de convicción, traerán la efímera ilusión de que este mundo bajo juicio divino, trastornado por eventos sobrenaturales, tiene esperanza, y se entregarán a la adoración de Satanás y su falso cristo (Ap 6:15-17), (Ap 13:2-4, 11-14). Serán sorprendidos por el Señor en su venida como el ladrón en la noche.
– Pero no será así con los discípulos que alcancen los últimos tiempos, ellos estarán velando y esperando al Señor conforme a las instrucciones que nos dejó.
Para el estudio vamos a dividir los versos de esta manera: 1. La declaración (13:32). 2. La exhortación (13:33) 3. La ilustración o parábola. 4. Conclusión.
1. La declaración.
(Mr 13:32) “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aún los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”.
¿De qué día y qué hora está hablando aquí? Del regreso de nuestro Señor con gran poder y gloria. Esto implica el final de la historia o del mundo como lo conocemos y la instauración del Reino de Dios por medio del Mesías.
¿Y qué se dice sobre ese momento? Que nadie conoce ni el día ni la hora, solo el Padre. ¿Qué significa? Pues que hay asuntos que no les corresponde conocer a los hombres, que están en el secreto de la Deidad. Que ni los mismos ángeles, seres poderosos que están en la presencia de Dios, conocen. Y uno de ellos es este (Hechos 1:6,7): “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones (época, momento), que el Padre puso en su sola potestad;”
Y sin embargo, a pesar de la claridad de esta enseñanza, son de las palabras más ignoradas y desobedecidas por los hombres, y no solo Testigos de Jehová, Adventistas y otros grupos, sino también por cristianos sinceros. ¿Cuántas veces, a lo largo de la historia del cristianismo se ha tratado de poner fecha al rapto de la iglesia o al fin del mundo? ¿Imaginan cuánto de frustración, desesperación y descrédito para el Evangelio se podía haber evitado? ¿Y de muertes y suicidios colectivos?
– “Pero es que me lo ha revelado un ángel, un mensajero de Dios.”
¡Mentira! los ángeles no son conocedores ni del día ni de la hora. Lo dijo Jesús (Mr 13:32).
– “Me lo ha revelado Dios mismo por un sueño.”
¡Falso! Jesús mismo le dijo a los Apóstoles, incluyendo Juan, que recibió la revelación del Apocalipsis, y al mismo Pedro, que ese momento Dios ha decidido no revelarlo a los hombres (Hch 1:7).
El hecho de que los ángeles no sepan del día y de la hora, y que Dios no lo comparta con el hombre, no nos sorprende. Pero ¿Y el Hijo? Esto sí nos causa sorpresa y desconcierto. Este tema lo abordaremos en un estudio aparte.
Ahora bien, en vista que nadie sabe el momento, Jesús nos deja las siguientes instrucciones:
2. La exhortación.
(Mr 13:33) “Mirad, velad, y orad 13; porque no sabéis cuándo será el tiempo.”
Tres verbos en imperativo, mirad, velad, y orad, lo cual expresa no solo necesidad sino también urgencia:
– Mirad, blepo, ver, mirar, fijarse, y según el contexto prestar atención a algo, discernir, tener cuidado de algo o guardarse 14.
Con esta son cuatro veces las que el Señor manda mirar. Primero para que no te engañen (13:5). Segundo, para que tengas cuidado de ti mismo (13:9). Después para discernir las palabras de Jesús (13:23).
Y ahora, a la vista de la ilustración de la higuera, creo que de nuevo el Señor está insistiendo en la necesidad de discernir los tiempos a la luz de sus enseñanzas. Una exhortación a usar sabiamente toda la información que ha dado. Las enseñanzas de Jesús dicen lo que no es señal y lo que sí es señal de su Regreso. Solo así evitamos los engaños, ansiedad, frustración o la sorpresa ante su venida.
– Velad, agrupneo, literalmente, estar sin dormir. 15. Evidentemente el uso es metafórico. Significa: Estar alerta, mantenerse vigilante.
Este velar no implica estar quieto. Del soldado apostado en la puerta del cuartel o en su garita, nos quedamos con el permanecer despierto y en disposición de reaccionar de forma inmediata. Este velar tiene que ver con esperar con expectación el regreso del Señor a la vez que se realiza la tarea encomendada. La ociosidad en la Obra del Señor es una de las armas que utiliza el enemigo para adormecer nuestros corazones ante la bendita esperanza.
Aunque también existe un peligro sutil al que debemos estar atentos: el activismo. Tan ocupados en cosas “para el Señor” que perdemos la perspectiva, y olvidamos la esperanza gloriosa de nuestra pronta reunión con Él.
– Orad, proseucomai. 16. Se utiliza siempre de oración a Dios, es el verbo más frecuente, especialmente en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas).
La oración indica comunión y dependencia de Dios. La vida cristiana no puede vivirse sin oración (Lc 18:1) (Ef 6:18) (1ª Ts 5:17). Escribe un expositor cristiano del S XIX:
“Tenemos que orar. Debemos tener hábitos de comunión regular y de relación con Dios. No debemos permitir que otras cosas se interpongan entre nosotros y nuestro Padre celestial, sino hablar con Él cada día para que estemos preparados en cualquier momento para verle cara a cara. Más aún, tenemos que orar de forma especial acerca de la Venida del Señor para que seamos “hallados por Él sin mancha e irreprensibles, en paz” y que nuestros corazones no sean en ningún momento cargados con las preocupaciones de esta vida y venga sobre nosotros de repente aquel día (2ª Pd 3:14) (Lc 21:34).” 17.
Así que, llegados a este punto no está de más preguntarnos ¿Cómo está mi vida de oración? ¿Oramos al Señor?
Hay una relación muy estrecha entre velar (mantenerse vigilante esperando Su regreso mientras trabajamos para el Señor) y orar: (Lc 21:36) (1ª Pd 4:7). No es posible amar Su venida y tener una vida pobre de oración. Además, los tiempos del fin serán especialmente duros para los discípulos que alcancen esos días (Lc 21:36).
Notas.
13. Es posible que en algún momento manejes una traducción de la Biblia donde aquí falte el verbo orar. Esto es cuestión de los manuscritos antiguos que se usen para hacer la traducción. Se omite en las traducciones más modernas, a pesar que aparece en algunos de los llamados manuscritos más antiguos, Sinaítico (S. IV), Alejandrino (S. V), Efhraemi (S. V), porque falta en aquellos más antiguos que consideran más fiable: Vaticano (S. IV) y Beza (S. V/VI).
La Biblia Peshitta o Biblia en arameo (el Nuevo Testamento se tradujo en el S. II y el Antiguo entre el I y II.), El N.T. de Pablo Besson (1948); o la llamada Versión Moderna, traducción de la Biblia por H.B. Pratt (1929); y también la RV77 (revisión de la Reina Valera realizada por Francisco Lacueva), tienen la referencia a la oración.
14. Vine. Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento. Pág. 556. Editorial Caribe. Pedro Ortiz V, S.J. Concordancia Manual y Diccionario Griego-Español del Nuevo Testamento. Entrada número 981. Pág. 131. Sociedad Bíblica.
15. Vine. Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento. Pág. 936. Editorial Caribe.
16. Vine. Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento. Pág. 609. Editorial Caribe.
17. J.C. Ryle. Meditaciones sobre los Evangelios. Marcos. Pág. 302. Editorial Peregrino.