LA PREGUNTA SOBRE LA RESURRECCIÓN
(Mar 12:18-27)
¿Qué creían los saduceos sobre la resurrección? ¿Cómo serán nuestros cuerpos resucitados? ¿Nos reconoceremos unos a otros? Y qué de los malos recuerdos ¿desaparecen? ¿Cómo demuestra Éxodo 3:6 la resurrección?
Nuevos actores, nuevo conflicto (Mr 12:18).
(Mr 12:18) “Entonces vinieron a Él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:”
Es la primera vez que Marcos menciona a los saduceos. A diferencia de los herodianos estos sí son un grupo religioso y además enfrentado a los fariseos. Se concentraban en Jerusalén y alrededores. A él pertenecía la mayoría de la aristocracia sacerdotal y laica de Jerusalén. Controlaban el templo, el Sumo Sacerdote era saduceo, y parte del Sanedrín (a los ancianos y sacerdotes). Aunque estaban en decadencia, conservaban mucho poder.
Respecto a sus creencias sabemos, por las referencias en el Nuevo Testamento y textos antiguos, que no creían en la resurrección de los muertos (Mr 12:18; Mt 22:23; Lc 20:27), ni en los ángeles, ni espíritus, posiblemente las jerarquías, los nombres e historias que el judaísmo había creado en torno a ángeles y demonios¹, (Hch 23:7,8). Negaban la inmortalidad del alma, y la esperanza mesiánica, al menos en la forma que se había popularizado. Al parecer encontraban la razón de sus doctrinas en que solo el Pentateuco era Escritura inspirada por Dios.² Esto no significa que despreciaran los demás escritos, pero sí que los valoraban a la luz de los escritos de Moisés. Esto tenía otra consecuencia importante, rechazaban la tradición que tanto amaban los fariseos. De ahí que se considerasen los auténticos guardianes de la ortodoxia judía. ¿Saben en qué sí coinciden con los fariseos? En el odio a Jesús.
Después del fracaso de los fariseos, pensaron que esta era su oportunidad para mostrar su superioridad teológica e intelectual derrotando a Jesús. Los evangelistas solo mencionan la no creencia en la resurrección porque este fue el tema escogido para atacarle. Posiblemente este argumento ya lo habían usado con éxito contra los fariseos. Dejarle en evidencia sería fácil.
¿Qué de la resurrección en el Antiguo Testamento? La resurrección es una doctrina revelada poco a poco en el A. T. Tiene que ver con la progresividad en la revelación. Está claramente enseñada en Daniel (Dn 12:1-2) y más o menos explícita en textos como (Job 19:25,26; Sal 16:9-11, 17:15, 73:24-26; Is 25:7-8; 26:19; Ez 37:1-4; Os 6:2, 13:14). Era comúnmente aceptada en tiempo de Jesús (Jn 11:23-24). Pero claro, ninguno de estos textos era autoritativo para ellos. Jesús creía en la resurrección.
La pregunta de los saduceos (Mc 12:19-23).
(Mr 12:19) “Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno muriere y dejare esposa, pero no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano.”
La Ley de Moisés.
Están citando Deuteronomio 25:5-10. La norma se conoce como “la ley del levirato” del latín levir, cuñado. Era aplicable cuando el marido muere sin descendencia. Entonces el hermano soltero se casaba con la viuda y el primer hijo se convertía en heredero del difunto.³ En tiempos de Jesús parece que la cantidad de excepciones que desarrollaron la convirtieron en nula.
A continuación plantean un caso hipotético con el que esperan conseguir varias cosas: Que la resurrección contradice la ley de Moisés, que creer en la misma es absurdo, evidenciar su superioridad intelectual, y humillar a Jesús.
Un caso hipotético.
(Mr 12:20-22) “Hubo siete hermanos; el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia. Y el segundo se casó con ella, y murió, y tampoco dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera. Y así los siete, y no dejaron descendencia; y después de todos murió también la mujer.”
Aunque el relato recuerda de lejos algunas historias conocidas para los judíos,⁴ en realidad es una situación hipotética, creada para ridiculizar la resurrección. Esto queda claro por la pregunta:
La pregunta.
(Mr 12:23) “En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?”
Un planteamiento impecable. La resurrección, si fuese cierta, crearía situaciones sumamente complejas o absurdas. ¿Tendrá ella siete maridos? ¿Competirán por ella? Creer en la resurrección es para personas intelectualmente poco formadas.
No sé si esta forma de argumentar les resulta conocida. Ridiculizar al otro desde una supuesta superioridad intelectual. Resultado, ¿Quién querría sentirse señalado y quedar como un tonto? Esto se hace con mucha frecuencia para ridiculizar a los cristianos. Pero en realidad lo que manifiesta es una importante falta de integridad intelectual. Generalmente porque se argumenta desde los prejuicios, con generalizaciones y desde el desconocimiento, se acude a los tópicos. Ignorancia, desconocimiento, de esto va la respuesta de Jesús.
Pero primero, ¿Qué idea tenía el judío promedio sobre la resurrección? En general se relacionaba la resurrección con los tiempos del Mesías, cuando viniese a reinar. Que esta sería una prolongación de la vida como la conocían pero en condiciones idílicas. Para el pobre seguramente una oportunidad de prosperar, y para el rico de disfrutar de sus riqueza y bendiciones. Después estaban las adiciones que los fariseos hacían a esta doctrina, rodeándola de nuevas dificultades y facilitando los ataques de los saduceos.⁵
La respuesta de Jesús (12:24–25).
(Mr 12:24) “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?”
Jesús no solo les dice que están equivocados, sino que da razones: El problema, y el de muchos que con pretendida superioridad cuestionan el Evangelio, era que ni conocen las Escrituras, ni conocen el poder de Dios. No solo puso el dedo en la llaga, señalando el origen de su error doctrinal, sino que “desinflará el globo de su arrogancia”.
La causa de su error: la ignorancia.
Ahora bien, ¿En qué sentido ignoran? Porque conocer, conocían, tanto la letra como los relatos de poder de Dios, muchos eran sacerdotes y tenían cargos importantes.
Sí, tenían mucho conocimiento de la letra, pero eran incapaces de darle el sentido adecuado, y esto por dos razones, por los prejuicios que tanto nos condicionan y que solo nos dejan ver lo que queremos, y por el poco valor que daban al resto de la revelación de Dios (los Profetas y los Escritos).
Sí, es verdad, sabían del poder de Dios, pero parece que lo habían limitado a sus razonamientos y encasillado en el pasado. Quizás podamos verlos como precursores de los deístas*.
Pero hay más, en estos momentos la Palabra y el poder de Dios eran una realidad en la Persona de Jesús. Pero ellos habían optado por ignorarlo.
Esta afirmación de Jesús “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mt 22:29) nos invita a múltiples reflexiones. ¿Conocemos la Escritura? ¿Al Dios de la Escritura? Hablamos de una relación personal con el Señor que empieza con la conversión ¿Descansamos en Su Palabra y en Su Poder?
Interesante, el verbo errar, planaomai, tiene que ver con engañarse, estar equivocado, pero también con extraviarse o vagar en sentido de caminar sin rumbo.⁶. En este caso es un errar no inducido por terceros, sino consecuencia de las propias decisiones. Tristemente esta es la condición de muchas personas que no conocen a Dios por medio de Jesús, mucha religión pero vagan sin rumbo. Pero también la triste condición de muchos cristianos que de alguna manera han perdido el norte en sus vidas.
Escrituras y Poder de Dios son dos realidades indisolublemente unidas, dos caras de una misma moneda: En un lado las Escrituras, que nos revelan a Dios y sus propósitos por medio de Cristo. Al otro lado, y entrelazado con la Escritura, está el poder de Dios que hace veraz Su Palabra, que lleva adelante sus propósitos en contra de toda circunstancia, toda lógica e incluso oposición espiritual. No se pueden separar sin caer en grave peligro (Gn 1:3) (Hb 4:12):
– Tener una gran confianza en el poder de Dios pero ignorar las Escrituras, la revelación de sí mismo y de sus propósitos, puede llevarnos a ideas erradas respecto a Dios y colocarnos ante situaciones difíciles, incluso decepciones cuando vemos que Dios no actúa como nosotros esperábamos.
– Conocer la letra de las Escrituras pero ignorar el poder de Dios, nos puede convertir en cristianos sofisticados, de apariencia intelectual, pero incapaces de descansar en Dios y sus promesas. De alguna manera puede terminar por secarnos interiormente.
Este intento de separar la Palabra y Poder de Dios es también lo que el racionalismo y el liberalismo teológico han hecho con la Escritura. Han terminado convirtiendo la Biblia en un libro de literatura antigua, llena de mitos, buenas enseñanzas, y despojándola de su poder. Y si estas lleno de prejuicios contra Dios, en un objeto de burla donde proyectar las frustraciones.
Hermanos ¿Cuál es nuestra relación con la Palabra y el Dios de la Palabra? Que no tengamos que oír del Señor esta llamada de atención: “erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.”
Después de esta breve disertación, volvamos al argumento de Jesús y su explicación de cómo se evidencia esta ignorancia.
La doble ignorancia de los saduceos.⁷.
(Mr 12:25) “Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos.”
“Porque cuando resuciten de los muertos,” Lo primero que notamos es que la frase es una afirmación. Jesús creía en la resurrección como un hecho cierto. Y tenía buenas razones para ello:
– Conocía la Palabra revelada, y daba crédito a toda la revelación de Dios no solo a algunas partes.
– Pero además, como declaró a Marta, la hermana de Lázaro, “Yo soy la Resurrección y la Vida” y el mandamiento que ha recibido de Dios es resucitar para Vida Eterna a todos lo que creen en Él (Jn 11:25-26) (Jn 6:40)
Volviendo al texto y a la enseñanza de Jesús. Dos cosas ponen en evidencia la ignorancia de los saduceos:
1º. Una buena exégesis del texto les hubiese dicho que la ley del levirato nada tiene que ver con la vida de resurrección. Es un precepto que presupone la realidad de la muerte, la necesidad de preservar la descendencia y el patrimonio del difunto. Pero si estos han resucitado y ya la muerte no tiene lugar, pierde el sentido o su razón de ser (Is. 25:8) (Os. 13:14). No existe contradicción. Conclusión: Desconocen la Escritura.
2º Si Dios creó al hombre del polvo de la tierra ¿Acaso no tendrá poder para levantar nuestros cuerpos del polvo de la tierra y transformarlos en cuerpos de gloria? Un nuevo estado en el que la naturaleza humana no estará sujeta a las condiciones actuales de vida. Jesús dice que los resucitados “serán como los ángeles… en los cielos”. Conclusión: Pasan por alto el poder de Dios para resucitar y producir una forma de vida más elevada.
”Como los ángeles… en los cielos” Importante abrir un pequeño paréntesis para aclarar lo que no significa. La teología popular nos lleva a pensar en nuestros difuntos vestidos de blanco, con alas, un aro en su cabeza, tocando el arpa en una nube blandita y haciendo malabarismos para no caerse. Imágenes que después son usadas sin escrúpulos para ridiculizar la fe cristiana.
Ser como los ángeles no significa ser iguales que ellos. Los seres humanos no nos convertimos en ángeles ni al morir ni en la resurrección, seguiremos siendo humanos, eso sí, con cuerpos transformados, glorificados (1ª Co 15:42-44), adaptados a la nueva vida de resurrección.
Un excelente resumen de lo que significa “ser como los ángeles” lo hace un escritor de finales del Siglo XIX, J.C. Ryle. Escribió:
“Disfrutando de la plena presencia de Dios y de su Cristo, los hombres y las mujeres ya no necesitarán la unión matrimonial para ayudarse el uno al otro. Capaces de servir a Dios sin cansancio y de atenderlo sin distracción, haciendo su voluntad perfectamente y viendo su rostro continuamente, vestidos con un cuerpo glorioso, serán como los ángeles que están en los cielos.”⁸.
Dos preguntas surgen de esta revelación de Jesús. La primera ¿Cómo serán estos cuerpos glorificados, preparados para la vida de resurrección? La segunda, podemos entender que no haya matrimonio en el cielo ni en la resurrección. Que la unión matrimonial y la procreación ya no son necesarias, pero ¿Nos reconoceremos los unos a los otros? ¿Cómo serán las relaciones con nuestros seres queridos?
Empezamos por la segunda: ¿Nos reconoceremos los unos a los otros? ¿Cómo serán las relaciones con nuestros seres queridos?
Nada indica que la resurrección signifique un borrado de memoria, un reseteo y un comienzo de cero en cuanto a conocimiento, afectos y experiencias. Que nos conoceremos unos a otros, que reconoceremos a nuestros seres queridos y hermanos que han descansado en Cristo, y que nos amaremos unos a otros de manera perfecta, sin egoísmo, sin celos, sin envidia, sin desconfianzas, son hechos de los que no hay razón para dudar, “El amor nunca deja de ser” (1ª Cor 13:8).
Abundando en ello alguien preguntaba sobre las experiencias amargas que acumulamos en la vida, su recuerdo ¿desaparecerán en la resurrección? Tres textos que nos dan luz sobre este tema:
– Las palabras de Pablo “pero entonces conoceré como fui conocido” (1ª Co 13:12) indican que el recuerdo no desaparece pero el hecho de conocer “el cuadro completo” indica que no será causa de tristeza sino de alabanza a Dios.
– Además Apocalipsis 21:4 implica que las experiencias pasadas no nos condicionarán negativamente.
– Por último Apocalipsis 5:9-10 nos señala la memoria de la Obra de la cruz será un cántico perenne en el cielo.
¿Cómo serán estos cuerpos glorificados? El Apóstol Pablo, conocedor de estas palabras de Jesús, se ocupa de este tema en 1ª Co 15:35-50. Hace una preciosa comparación entre el grano que se siembra, que tiene una forma, y la planta que crece, que tiene otra forma, y concluye, así nosotros. El cuerpo mortal que se siembra dará lugar a un cuerpo nuevo de resurrección. No responde todas nuestras preguntas, pero si nos ayuda a percibir algo de lo maravillosa que será esta Obra poderosa de Dios y responder a las burlas de los saduceos modernos.
Prestemos atención a los versos 42 al 44, donde hace una comparación entre nuestros cuerpos ahora (lo que se siembra) y los cuerpos en la resurrección:
1º. “Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción.”(1ª Co 15:42b).
Cuerpos sujetos a corrupción, (fthora, “destrucción, deterioro, ruina, expresa aquello que opera un cambio decadente de su condición original”) es la realidad presente. A nadie se le esconde el deterioro físico y cognitivo a que está sometido. La enfermedad y la muerte acechan en cualquier momento. No importa la etapa de la vida en que te encuentres.
Resucitará incorruptible, que no estará sujeto al deterioro ni a la muerte. Es más, si ya no está sujeto mas la decadencia, significa que recuperará la condición de excelencia y belleza original. Eso es lo que tendremos en la resurrección.
2º. “Se siembra en deshonra, resucitará en gloria” (1ª Co 15:43ª).
Cuerpos sometidos a deshonra, esto es lo que tenemos ahora. Importante que recordemos que nuestros cuerpos no fueron creados para la muerte ni para servir al pecado, sino para la vida y para honrar a Dios. Sin embargo la irrupción del pecado ha robado esta gloria.
Un cuerpo muerto, aunque luzca bonito en el ataúd, es un cuerpo que ha perdido su gloria. Su destino es corromperse y desaparecer, de ahí su deshonra. También es un cuerpo humillado porque sufre los efectos del pecado y es instrumento del pecado (1ª Co 6:13).
Resucitará en gloria, Un cuerpo transformado a la semejanza del cuerpo glorioso de Cristo (Fil 3:21). Un cuerpo que nunca más servirá al pecado sino que cumplirá en plenitud su propósito de glorificar a Dios.
3º. “Se siembra en debilidad, resucitará en poder” (1ª Co 15:43b).
Resucitará en poder, dunámei, indica fuerza, capacidad, energía. Rebosante de energía, dotado de facultades que ahora no podemos percibir. Isaías 40:31 será una realidad plena.
Que contraste con la realidad actual, sujetos a debilidad. Faltan las fuerzas tanto en lo físico, metal como anímico. Queremos, no nos falta buena disposición, pero no siempre podemos. Estamos limitados, somos criaturas frágiles.
4º. “Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual” (1ª Co 15:44ª).
Y finalmente se le describe como un cuerpo animal, o regido por el alma. Esto significa entre otras cosas, que es apto para la vida en la tierra pero no para la eternidad con Dios (1ª Co 15:50).
En contraste resucitará cuerpo espiritual. Pero ¿Qué es esto de cuerpo espiritual? Primero lo que no significa. No significa cuerpos etéreos, incorpóreos, espíritus con apariencia humana. Hablamos de cuerpos físicos reales, con carne y huesos, que pueden ser palpados, que pueden comer (Lc 24:36-43).
Espiritual significa gobernado por el espíritu, es decir “apto para el reino de Dios,” adaptado a las condiciones de la vida en la resurrección, a la nueva relación con el mundo celestial y sobre todo para experimentar plenamente la comunión con Dios. Esta distinción entre cuerpo regido por el alma, y cuerpo regido por el espíritu, es un fuerte argumento a favor de una concepción tripartita del ser humano (1ª Ts 5:23).
¡Que poco tiene que ver con las objeciones y las burlas de los incrédulos! ¿No sentimos gozo al anticipar esta nueva condición? ¿No querríamos que fuese ya una realidad? Pero hay buena noticia. Como anticipo de lo que vendrá, y entre tanto estamos en la presente condición, hemos recibido las primicias del Espíritu Santo, el cual nos fortalece en nuestras debilidades y nos capacita para el servicio y la comunión con Dios. Por otro lado tenemos también la exhortación a ofrecer nuestros cuerpos al servicio del Señor, que no sean más instrumentos del pecado sino de la voluntad de Dios (Ro 6:12-13, 19) (Ro 12:1).
La verdad de la resurrección.
Y ahora, de forma sorpresiva y apelando al Pentateuco, Jesús les muestra la verdad de la doctrina de la resurrección y afirma supervivencia del alma.
(Mr 12:26-27) “Pero respecto a que los muertos no resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.”
Se está refiriendo al llamado y comisión de Moisés en el monte Horeb o monte Sinaí para volver a Egipto y sacar al pueblo de Israel. Una lectura hermosa de la que extraemos los primeros versículos (Éxodo 3:1-10). Ahora la gran pregunta es ¿Cómo muestra Éxodo 3:6 la certeza de la resurrección? Las palabras “Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos;” es un comentario a modo de conclusión que Jesús hace al verso.
Básicamente hay dos maneras de responder a esta pregunta, dos explicaciones que no son excluyentes y que pueden verse como complementarias:
1º. Muestra que la muerte del creyente no interrumpe la comunión con Dios. El argumento descansa en la fuerza del verbo Ser. En el momento que Dios habla con Moisés hacía muchos años que los cuerpos de los patriarcas estaban en el sepulcro. Y sin embargo no dice “yo fui el Dios de…” sino “yo soy el Dios de…” (Mt 22:32). Está diciendo que Dios no tiene con ellos una relación pasada, sino una relación presente. Por tanto, están vivos en la presencia de Dios.
De ahí el comentario de Jesús que sigue: Dios no es Dios de muertos, sino de vivos (implica la inmortalidad del alma). Y si están vivos, entonces esperan la resurrección, porque en la Biblia el ser humano forma un todo con su cuerpo. Una existencia perfecta y eterna implica la resurrección del cuerpo. ⁹.
2º. En razón del pacto que Dios hizo con los patriarcas. El peso del argumento no está en el verbo Ser, sino en el caso genitivo del sustantivo ¹⁰., es decir: “de Abraham”, “de Isaac”, “de Jacob.” Se insiste en que Dios entró en una relación especial con ellos, que en razón de Su carácter esta perdura más allá de la muerte “Dios no es dios de muertos”, y se concluye con la necesidad de la resurrección. Dos cosas son importantes aquí:
– Que Dios no fue Dios de ellos solo mientras vivían, sino que entró en una relación con ellos que implicaba también el futuro.
– Puesto que Dios no es Dios de muertos, esto implica que Abraham continuó existiendo tras su muerte (supervivencia del alma), Dios nunca dejó de ser su Dios.
– La pervivencia del alma implica la necesidad de la resurrección.
Ahora bien, la mención a los patriarcas indica que Jesús se refiere al pacto que Dios hizo con Abraham y sus descendientes. Un pacto referente a la tierra, la simiente y la esperanza mesiánica (Ex 3:7-10) (Gn 12; 13; 15:1-21; 17; 22; 26; 35). De ahí que otros expositores como Carballosa, que abunden más en el argumento y vean en la resurrección también una necesidad a fin de que estos reciban plenamente las promesas (Heb 11:8-10, 13-16).
El expositor bíblico W MacDonald ¹¹. argumenta de la siguiente forma:
- Dios hizo promesas a los patriarcas tocante a la tierra y tocante al Mesías.
- Estas promesas no fueron cumplidas durante sus vidas.
- Cuando Dios habla desde la zarza ardiente, los cuerpos de estos patriarcas estaban en el sepulcro.
- Pero Dios se refirió a Sí mismo como el Dios de los vivientes.
- Él había de cumplir sus promesas a Abraham, Isaac y Jacob.
- Por tanto, la resurrección es una necesidad absoluta por lo que conocemos acerca del carácter de Dios.
Jesús extrae dos verdades: Una relación que no acaba con la muerte, que se establece en el pasado y se extiende al futuro, y la necesidad de la resurrección para además ser receptores completos de las promesas.
Conclusión final.
“…así que vosotros mucho erráis.” Dos cosas: 1º la vida después de la muerte y la resurrección de los muertos son una verdad por la que se debe contender. 2º. “Cuando una persona se aparta de las Escrituras va rumbo al desatino, a estar muy equivocado, a vagar. Tal era la condición en este caso de los saduceos.”¹².
Mateo concluye añade otro énfasis en el final del relato: “Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina.” (Mt 22:33). Con independencia de lo contundente que a nosotros nos parezca el argumento, para el judío promedio resultó contundente e irrefutable. Provocó la admiración aún de sus enemigos.
Otra solemne advertencia se extrae de aquí. Jesús puede llegar a producir mucha admiración, pero si la admiración no produce transformación todo queda en palabras bonitas. Es necesario que la persona entregue incondicionalmente su vida a Jesús, que sea el Señor y Salvador en tu vida.
Notas.
¹ F. F. Bruce. Hechos de los Apóstoles, introducción, comentario y notas. Pág. 502. Nota 22. Editorial Nueva Creación. Pablo, Apóstol del corazón liberado, Pág. 38. Editorial Mundo Bíblico.
² https://enciclopediadehistoria.com/saduceos/
³ R. de Vaux. Instituciones del Antiguo Testamento. Pág. 71. Biblioteca Herder.
⁴ Mark L. Strauss. Comentario Exegético-práctico del Nuevo Testamento. Pág 565. Editorial Andamio. Se mencionan Tobías 7:11 y 2 Macabeos 7:1-42.
⁵ Alfred Edersheim. La vida y los tiempos de Jesús el Mesías. Tomo II. Pág 348. Editorial Clie.
⁶ W.E. Vine. Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento. Editorial Caribe. Ver entradas Engañar (7.) Errar, y Vagar.
⁷ Hay expositores que hacen una división diferente. Creen que en la respuesta Jesús invierte el orden: Primero tratará el tema de la ignorancia del poder de Dios (12:25) y después la ignorancia de las Escrituras (12:26-27), ver Mark L. Strauss. Marcos. Comentario Exegético–Práctico del Nuevo Testamento. Pág. 566. Editorial Andamio.
⁸ J.C. Ryle. Meditaciones sobre los Evangelios. Marcos. Pág 268, 269. Editorial Peregrino.
⁹Hay autores que desmerecen este argumento porque en el texto hebreo de Éxodo 3 no aparece el verbo Ser. Tampoco Marcos lo usa. En ambos casos estaría implícito. Sin embargo hay que decir que la traducción al griego del Pentateuco de Éxodo 3:6 sí lo usa, y que Mateo pone en boca de Jesús el verbo Ser en griego (Mt 22:32). Cuando Jesús comenta Éxodo 3:6 con las palabras: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” se usa el verbo Ser en Mateo, Marcos y Lucas. Por tanto, el argumento tiene tanta validez como fuerza. Ver autores como Samuel P. Millos, Francisco Lacueva, Ryrie, Joseph Huby (Evangelio Según San Marcos, Ediciones Paulinas).
¹⁽⁾ Autores que con diferentes énfasis insisten en el caso genitivo: Mark L. Strauss, W. Hendriksen, Elvis L. Carballosa. Mateo, la revelación de la realeza de Cristo. Tomo II, Pág. 275,276. Editorial Portavoz.
¹¹ Ver Comentario al Nuevo Testamento por W. MacDonald, Marcos 12:26,27. Editorial Clie.
¹² W. Hendriksen. El Evangelio según San Marcos. Pág. 501. Editorial SLC.