14. EL SERMÓN PROFÉTICO DE JESÚS. Aplicaciones y exhortaciones finales (V). ¿Conoce Jesús el momento de su regreso?

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EL SERMÓN PROFÉTICO DE JESÚS.

Aplicaciones y exhortaciones finales.

 

«Pero aún no hemos terminado» decíamos en la última exposición, a pesar de que ya hemos concluido con la última enseñanza de Jesús, la parábola del portero. Y es que queda un tema por tratar. ¿Lo recuerdan? La “polémica” frase de Jesús que dice, en referencia a su retorno: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, … ni el Hijo, sino el Padre.” (13:32).

¿Por qué no sabe Jesús el momento exacto de su regreso? ¿Tendrán razón los que niegan la divinidad de Jesús?

 

¿Conoce Jesús el momento de su regreso? 19.

Pero de aquel día y de la hora nadie sabe,… ni el Hijo, sino el Padre  (Mr 13:32).

El hecho de que los ángeles no sepan del día y la hora no nos sorprende, que Dios no lo comparta con el hombre tampoco. Pero ¿Y con el Hijo? este desconocimiento sí nos causa sorpresa y desconcierto. De hecho es uno de esos versículos usados por aquellos que niegan o han negado la divinidad de Jesús.

El argumento sería el siguiente: Si uno de los atributos esenciales de Dios es la omnisciencia, todo lo conoce, y Jesús no conoce todo, la conclusión obvia es que Él no es Dios. Además, Él mismo dice “el Padre mayor es que yo” (Jn 14:28). Jesús es “un dios menor”, el primer ser creado por Dios, el más excelente de todos, asociado con Dios en la creación de todas las cosas, pero no es Dios.

A grandes rasgos, esta es la postura que defendió Arrio, un diácono de la iglesia de Alejandría en el s. IV, y que enseñaba que el Hijo fue creado por el Padre, y que el Padre es el único Dios verdadero. Una enseñanza que llegó a tener mucha influencia en la parte oriental del imperio romano y creó múltiples controversias. Los continuadores modernos más conocidos de esta posición son los llamados Testigos de Jehová.

Esta objeción ha generado tres respuestas por parte de creyentes bíblicos que creen en la divinidad del hijo: 1. No sabe porque al humanarse se despojó de sus atributos divinos. 2. No sabe porque la expresión ni el Hijo está relacionada con la humanidad de Jesús. 3. No sabe porque Jesús se presenta aquí como Revelador del Padre. 

Pero, de las tres hay dos correctas, y una que pese a la buena intención no lo es. Empecemos por esta última:

 

1. Jesús “no sabe” porque al humanarse se despojó de sus atributos divinos. En este caso, voluntariamente Jesús se despojó de la omnisciencia (el conocimiento de todas las cosas).

Sin embargo esta forma de pensar tiene un problema, y es que sin pretenderlo, niega la divinidad de Jesús. Me explico, una cosa es enseñar que Jesús limitó el uso de sus atributos divinos, como la omnisciencia, omnipresencia, o la omnipotencia, y otra diferente enseñar que se despojó de ellos.

¿Por qué despojarse es incorrecto? Porque despojarse de atributos o perfecciones, que son los que hacen que Dios sea Dios, implicaría dejar de ser Dios, y Jesús nunca dejó de serlo. Su naturaleza divina y su naturaleza humana estuvieron siempre presentes en su persona. Si en algún momento las perfecciones incomunicables de la deidad faltasen en Jesús, Jesús no sería Dios hombre, y eso tendría consecuencias incluso en la soteriología, en la realización de la Salvación.

“Si Cristo no es Dios en unidad con el Padre y el Espíritu, la Obra de redención no tendría valor infinito, y los hombres seguiríamos muertos en nuestros delitos y pecados.”

¿Pero, no es eso lo que enseña Filipenses 2:6,7 donde literalmente dice “que se despojó a sí mismo,”? Interpretar que el texto dice que se vació de los atributos esenciales de la divinidad es pedirle al texto que diga más de lo que pretendía el Apóstol Pablo.

Como explica el profesor Carballosa, “la kenosis bíblica no significa en modo alguno que Cristo se vació de su esencia divina ni que renunció a los atributos inherentes en su persona divina. La kenosis bíblica significa que Cristo, sin disminuir en manera alguna su deidad, dejó su posición pre encarnada y tomó las características de perfecta humanidad para poder morir en la cruz en lugar de los pecadores y así proveer el sacrificio perfecto demandado por la justicia y la santidad de Dios.”20

En pocas palabras, el llamado vaciamiento de Cristo, el despojarse, consistió en dejar a un lado su majestad y gloria y en hacerse uno semejante a los hombres (Jn 17:5).

De acuerdo, pero entonces, si no podemos interpretarlo así, ¿Cómo explicamos que Jesús no sabía?

 

2. La expresión ni el Hijo, está relacionada con la naturaleza humana del Señor. Es decir, se refiere al Hijo en cuanto hombre, o sea, desde el plano de su humanidad.

Retener esto es importante, porque versículos como este, que nos resultan desconcertantes, se explican “fácil” si tenemos presente el hecho de la doble naturaleza de Jesús: Una sola persona, dos naturalezas independientes.

Como Dios, tiene naturaleza divina, conoce todas las cosas. Pero como hombre, pues con su nacimiento añade humanidad a su divinidad, al adquirir una naturaleza humana, Él se limitó a sí mismo en sus atributos divinos. Es por eso que, como hombre, se dice de Él que “crecía en sabiduría a la vez que crecía en estatura”(Lc 2:52).

Así que, es en esta condición de Siervo, sujeto al Padre, que puede decir “que el Hijo no conoce” o incluso “el Padre es mayor que yo”. Como hombre no podía saber lo que está reservado solo a Dios.

Si nosotros aprendemos esto, a distinguir entre su condición humana y divina, y las limitaciones que voluntariamente asume con la encarnación, entenderemos muchos de los textos que se usan para negar la divinidad, el sentido que tienen, y no seremos fácilmente confundidos.

 

3. La expresión, ni el Hijo, hace referencia al Hijo como revelador del Padre. En este caso se presta atención a la terminología que usa Jesús para referirse a él mismo.

¿Qué queremos decir? Que en la frase de aquel día y de la hora nadie sabe, …ni el Hijo, sino el Padre, Jesús no dijo: nadie sabe, … ni Jesús, sino el Padre, refiriéndose claramente a su humanidad, ni tampoconi el Hijo del Hombre, sino el Padre, otra forma de referirse a sí mismo y que apunta a su humanidad. El título que usó para referirse a sí mismo fue “el Hijo”, con artículo determinado, expresión que apunta a su divinidad, a su relación única con el Padre en la eternidad.

Entonces, ¿Cómo puede usar un título divino, el Hijo, y a la vez decir que no conoce? Esto es una contradicción evidente. Parece que algo falla. Se que esto parece algo complicado, como “dar una vuelta de tuerca extra” al tema. Pero es bonito. Interesante.

En este caso, la respuesta estaría en tener en cuenta que Jesús no vino solo en misión redentora (para salvarnos) sino también en misión reveladora del Padre (Jn 1:18). “Al hacerse hombre, el Verbo de Dios nos hizo la perfecta traducción de Dios al lenguaje humano” escribe Francisco Lacueva.

En este sentido, hay cosas secretas que Dios se reserva para sí mismo, y que el Hijo, en su condición de revelador del Padre, NO PUEDE REVELAR. No las sabe para revelar. En este sentido, hay una célebre frase de Agustín de Hipona que explica el tema:

“Se dice en los Evangelios que ni el Hijo sabe la hora que el Padre se reserva, no porque absolutamente la ignore, sino que no la sabe para comunicar a los hombres.”

 

Quizás la pregunta final que puede estar en la mente sería, ¿Y ahora, en el cielo? ¿Conoce Jesús el tiempo de su venida?

Personalmente entiendo que sí, que esa limitación impuesta al venir al mundo ha desaparecido. Está a la diestra de Dios en las alturas, tiene la gloria que tuvo con Dios antes de venir al mundo.

 

Notas.

 

  1. Para el desarrollo de este apartado se han seguido la exposición de los siguientes autores: Ernesto Trenchard, Una exposición del evangelio según Marcos, Pág. 171,172. Editorial Literatura Bíblica. Madrid. Francisco Lacueva, Comentario Bíblico de Matthew Henry. Pág. 1245 Editorial Clie. Samuel Pérez Millos, Comentario Exegético al texto griego del Nuevo Testamento. Marcos. Pág. 1290 a 1292. Editorial Clie.
  2. Evis L. Carballosa. Filipenses. Un comentario exegético y práctico. Pág. 66-68. Editorial Portavoz 1995.