13 La pregunta sobre el ayuno


La pregunta sobre el  ayuno.

(Mr 2:18-22).

 

 

“¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?»

Es interesante conocer que el pueblo de Israel solo tenía el mandato de ayunar una vez en el año, en el día de las expiaciones (Lv 16:29-34) (Lv 23:26-32). Era el día en que la nación entera confesaba su pecado. Se entiende que la expresión “afligir vuestras almas” implica ayuno. Sin embargo el ayuno pronto llegó a ser una costumbre muy extendida en el pueblo de Israel, aunque no siempre las motivaciones eran correctas.

Cuándo ocurre este encuentro.

(Mr 2:18) «Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?»

¿Cuándo sucede este encuentro entre Jesús y los discípulos de Juan? En uno de los estudios anteriores hicimos notar que el orden cronológico no siempre es el que prevalece en los evangelios. Hay momentos donde por razones de oportunidad, es decir porque se quiere resaltar alguna faceta de la persona o del ministerio de Jesús, el evangelista reúne sucesos separados en el tiempo. Es posible que esta escena sea uno de estos casos.

Lo más probable es que este hecho en realidad ocurriese algo más tarde, en algún momento después de regresar Jesús del viaje a la tierra de los gadarenos y antes de acudir a la casa de Jairo (Mr 5:21). Esto es lo que indica Mateo. No había aún Jesús terminado de hablar con los discípulos de Juan –acerca del ayuno-, cuando llega Jairo (Mt 9:14-18). 

(Mt 9:18) «Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.»

Si esto fue así ¿Por qué este adelanto? ¿Para qué? Creo que para ahondar en el hecho de cómo la tensión entre Jesús y los líderes religiosos iba en aumento. De esta manera el ayuno y del día de reposo, dos temas de fricción entre Jesús y los judíos, son tratados juntos. 

Además, ¿Qué mejor momento para mostrar las diferencias en un tema como el ayuno sino después de una comida gozosa (el banquete en casa de Leví)? De esta forma, el contraste entre el gozo que produce el Evangelio, la tristeza de la Ley y las cargas de la religión se hacen más evidentes.

Los discípulos de Juan y de los fariseos.

(Mr 2:18) «Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban;…” Estos “discípulos de Juan” son los seguidores de Juan el bautista. Aunque Juan se esforzó por señalar a Jesús como Aquel a quien debían seguir (Jn 3:30), algunos de ellos tardaron tiempo en entender y obedecer esta enseñanza de Juan (Mt 11:2-3). 

Pero el Señor no se enfada con ellos, ni entra en reproches, sino que es paciente y poco a poco trata de abrir sus ojos. A veces vemos buenos creyentes, personas a quienes amamos, que pese a la sinceridad de su fe son más dependientes de una persona, un líder, o un movimiento, más que de Cristo. ¡Y nos desesperamos! ¡Y quisiéramos que abrieran los ojos inmediatamente! ¿Qué hacer? El ejemplo de Jesús con los discípulos de Juan es posiblemente una buena respuesta. No se trata de entrar en reproches o perder los nervios, sino ser pacientes y perseverar en la buena palabra y el testimonio.

A los “discípulos de los fariseos” ya los conocemos. Eran hombres consagrados a cumplir la ley de Moisés pero según las tradiciones y costumbres judías. 

La cuestión del ayuno.

(Mr 2:18) “…y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?»

Según la narración de Mateo (Mt 9:14) la iniciativa pertenece a los discípulos de Juan. No hay mala intención en ellos, de hecho parece que hay cierta confianza entre los dos grupos, solo que están confundidos y buscan respuestas.  

No conocemos la enseñanza de Juan respecto al ayuno, pero teniendo presente el énfasis de su predicación en el arrepentimiento y su vida austera, probablemente el bautista les había enseñado a orar y ayunar en la espera de la manifestación del Reino de Dios (Mt 11:18). Y Jesús, que también predicaba el arrepentimiento y el Evangelio del Reino, ¡no exhortaba al ayuno! Además, posiblemente Juan estaba en la cárcel. ¿No era mas tiempo de ayunos que de alegrías?

Los fariseos por su parte ni están confundidos, ni estaban apenados, ni buscan respuestas, solo ven una nueva oportunidad para buscar un fallo a Jesús: “Aquí todo el mundo ayuna menos ellos”, “otra prueba de que es un mal maestro”, “A ver cómo sale Jesús de esta”. Y para logar su fin, no tienen inconveniente en fingir preocupación y unirse a los discípulos de Juan. 

¡Cuidado hermanos! Así son los enemigos del Evangelio. Saben cómo ocultar sus verdaderas intenciones, saben como manipular y aparentar piedad. Y el Señor nos advierte que según avancen los tiempos estos simuladores aumentarán (Filp 3:18-19) (2 Tim 3:1-5) (2 Tim 4:3-4) (2 P 3:3).

Breve referencia al ayuno.

¿De qué hablamos cuando nos referimos al ayuno? En este caso es una referencia a la abstinencia voluntaria, sea total o parcial, de alimentos y/o bebida. También la privación voluntaria de cosas lícitas. 

Es interesante conocer que el pueblo de Israel solo tenía el mandato de ayunar una vez en el año, en el día de las expiaciones (Lv 16:29-34) (Lv 23:26-32). Era el día en que la nación entera confesaba su pecado. Se entiende que la expresión “afligir vuestras almas” implica el ayuno. Sin embargo el ayuno pronto llegó a ser una costumbre muy extendida entre los judíos, aunque no siempre los motivos fueron correctos:

Mientras unos lo hacían para expresar el dolor del corazón por el pecado, implorar la misericordia de Dios, o buscar Su dirección, 

otros lo practicaron simplemente como un rito religioso, algo que daba prestigio; o para acallar la conciencia eludiendo un cambio que implicase abandonar el pecado; o para intentar comprar el favor de Dios, … (Is 58:3)

En los tiempos de Jesús sabemos que los fariseos tenían al menos la costumbre de ayunar dos veces por semana, y que generalmente no era más que una forma de orgullo religioso (Lc 18:11-12) (Mt 6:16).

Las tres parábolas de Jesús.

¿Por qué tus discípulos no ayunan? El asunto es importante. Estaban evitando una de las expresiones de piedad personal más extendida y valorada por los judíos. La razón debía ser muy, muy buena. Para responder, el Señor usa tres escenas tomadas de la vida cotidiana:

 

– Los amigos del novio (la boda judía) .

– La parábola del vestido viejo y el remiendo.

– La parábola de los odres.

 

Posiblemente en la primera, nuestro Señor tiene en mente primeramente a los discípulos de Juan, y en las dos siguiente a los discípulos de los fariseos.

Los amigos del novio (Mr 2:19-20).

(Mr 2:19) “Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar.”

En aquel tiempo, en una boda entre judíos, había una figura muy interesante que eran los amigos del novio. Sin entrar en detalles, solo resaltar que este grupo íntimo, lit. “hijos de la cámara nupcial”, acompañaban a los novios en el camino desde la casa de ella hasta el nuevo hogar entre música, cantos y baile. Además, eran parte de los invitados que durante los siete días siguientes debían festejar la dicha de los nuevos esposos.

Dice uno de los comentaristas que incluso había una disposición rabínica que decía: “Todos los que están al servicio del novio quedan relevados de todas las prácticas religiosas que hubieran reducido su alegría”. Por tanto no debían ayunar. La respuesta de Jesús, aunque breve, está cargada de enseñanza: 

1º. Jesús no censura ni prohíbe el ayuno. Lo que viene a decir es que si ellos tienen razones para ayunar pues que lo hagan, pero lo que pueden pretender es imponer su piedad o sus razones a aquellos, en este caso sus discípulos, que no tienen motivos para ayunar. Un buen ejemplo de lo que debiera ser el respeto y la libertad cristiana en asuntos de piedad personal.

2º.Sus discípulos, dice Jesús, son como los “amigos íntimos del esposo”, aquellos que estaban de celebración, que se alegraban con el esposo. Por tanto el dolor, el ayuno, no tenía lugar.

3º.Como consecuencia, Jesús está comparando Su presencia con la del esposo entre sus invitados. El es la causa de gozo y los que están con él no pueden ayunar. 

No se como entendieron los fariseos esta respuesta, pero a los discípulos de Juan, que esperaban al Mesías y la intervención de Dios sobre su pueblo, la comparación no debió pasar desapercibida. Precisamente, los profetas, desde al antigüedad, habían anticipado este encuentro de Dios con su pueblo bajo la escena de las bodas, y al Señor mismo se le presenta como el esposo: (Is 62:5) (Os 2:19-20). 

(Is 62:5)  “Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo.”

(Os 2:19-20) “Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová.”

El Señor Jesús estaba anticipando el cumplimiento de estas profecías, anunciando que el tiempo de este feliz encuentro era posible en su persona. Se les estaba mostrando como el Mesías anunciado por Juan el bautista.

4º. Otro detalle importante es que al igualarse con el esposo, Jesús está reclamando para sí una relación única con el Padre que implica Su divinidad. Lo contrario sería blasfemia.

Es cierto que la vida del cristiano tiene muchos momentos dolorosos, que incluso en ocasiones podemos sentirnos impulsados al ayuno. Pero hay algo que debemos recordar: “En virtud de la sangre de la cruz, el cristianismo no es un ayuno sino una alegría, no es un llanto sino una canción de gozo”:

(Jn 15:11) «Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.»

Un anuncio temprano de su muerte.

Y a continuación, casi no ha terminado de explicar la razón del “no ayuno”, el Señor hace una declaración sorprendente. Este gozo del que sus discípulos disfrutan, se iba a romper drásticamente. Un día, el esposo les sería arrebatado, y entonces también ellos tendrán motivos para ayunar. 

(Mr 2:10) “Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.”

Estas palabras son un anticipo temprano de Su muerte, y además de una muerte trágica. La expresión “les será quitado” recuerda las palabras del profeta Isaías:

(Is 53:7-8) “Por cárcel y por juicio fue quitado;…Porque fue cortado de la tierra de los vivientes,…” 

El comienzo del verso es interesante: “Pero vendrán días cuando…”. Es decir, el Señor es consciente de esta realidad y vivía con la perspectiva ese momento. El perdón de nuestros pecados y la esperanza para este mundo perdido no vendrán por postrarse ante Satanás, como le dijo a nuestro Señor en el desierto, sino por medio de su muerte en expiación por nuestros pecados. 

Y para terminar, el Señor se dirige ahora a los fariseos y los confronta con esa obsesión que tienen por imponer sus interpretaciones de la religión y sus tradiciones a las enseñanzas de Jesús. Las dos parábolas son muy gráficas.

La parábola del vestido viejo y el remiendo (Mr. 2:21).

(Mr 2:21) «Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura.»

Cuando tienes un vestido gastado, que acumula descosidos y roturas, si intentas parchearlo con una tela nueva, (es decir, que todavía no ha encogido después de lavarla, literalmente, no ha sido bateada), lo que ocurrirá es que al lavarlo el parche nuevo encoge y desgarra aún mas el vestido. 

Lo sabio no es remedar lo viejo, sino desecharlo para tomar el vestido nuevo, en este caso el Evangelio de la gracia de Dios (Filp 3:8-9).

La parábola de los odres y el vino nuevo (Mr 2:22).

(Mr 2:22) “Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar”

Los odres son pieles de animales convenientemente cosidas, y que se usaban para guardar el vino dentro. Mientras son nuevas son flexibles pero según envejecen se vuelven rígidas y pierden elasticidad. Por tanto, el vino nuevo, que aún está fermentando y que necesita expandirse, no puede echarse en odres viejos. La presión hará que estallen. Necesita odres nuevos y flexibles.

La enseñanza es similar a la anterior, no pueden disfrutar de los beneficios del vino nuevo del Evangelio de la Gracia de Dios mientras se empeñen en seguir usando los odres viejos de la religión, las tradiciones y las buenas obras.

La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

La ley de Moisés, dada por Dios desde la antigüedad, había cumplido con su propósito al mostrar al hombre no solo su pecado, sino también su incapacidad para llegar a Dios (Ro 3:20). 

Todas las tradiciones de los antiguos y todos los mandamientos que sus maestros habían añadido durante siglos, no habían mejorado la situación, sino al contrario, ahondaban aún más en esa distancia. El tiempo de pasar página había llegado. 

Con estas dos parábolas Jesús insiste en que no había venido a reformar el judaísmo, ni a revitalizar alguna antigua religión, sino a traer algo completamente nuevo. La antigua dispensación de la Ley debía ceder ante el nuevo tiempo de la Gracia que nuestro Señor venía a introducir:

(Jn 1:17) “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.”

La misma idea está contenida en las palabras de Jesús a la mujer Samaritana, precisamente cuando regresaba de Judea a Galilea para comenzar “El gran ministerio en Galilea”.

(Jn 4:21) “Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.”

(Jn 4:23) “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.”

Una nueva relación con Dios por medio de Jesucristo que ya no necesita ni de sacrificios de animales, ni de los ritos de la religión, de ninguna religión ¿Tienes, mi querido amigo, esta relación personal con Dios? ¿Cuáles son los odres antiguos que te impiden disfrutar del perdón de Dios y Su gozo?

 

Natanael Leon