13. EL SERMÓN PROFÉTICO DE JESÚS. Aplicaciones y exhortaciones finales (IV). La parábola del portero.

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El Sermón Profético de Jesús.

Aplicaciones y exhortaciones finales (IV).

Marcos 13:28-37

Hemos llegado así al final de lo que hemos llamado aplicaciones y exhortaciones finales. Y al último de sus tres apartados: Una exhortación sobre la necesidad de velar.

 

La necesidad de mirar, velar y orar (13:28-37).

 

A efectos prácticos, y para favorecer la exposición, dividimos los versos de esta manera: 1. La declaración (13:32). 2. La exhortación (13:33) 3. La ilustración o parábola. 4. Conclusión.

Y como breve recordatorio para continuar con la exposición donde la dejamos, recordamos la enseñanza principal de estos versos: Puesto que nadie sabe el día ni la hora de Su Regreso, los seguidores de Jesús deben: Mirarvelar y orar (13:32,33).

 

3. La parábola del portero.

El señor quiere fijar en la mente de sus discípulos la importancia de velar (ahuyentar del sueño) lo cual implica mirar (estar atentos y aplicar la Palabra), y orar (vida de comunión y dependencia de Dios), y para ello usará varias imágenes o parábolas que impacten a los oyentes.

Digo varias, porque si atendemos al relato de Mateo, Jesús contó: La parábola del padre de familia (24:43-44), la del siervo fiel e infiel (24:45-51), las diez vírgenes (25:1-13), y los talentos (25:14-30).

Marcos selecciona una muy pequeñita, precisamente la que no menciona Matero, pero suficiente para enfatizar esta idea principal. La hemos llamado: La parábola del portero (Mr 13: 34-36).

Algunos la han llamado la parábola puzzle, queriendo decir con esto que en realidad Jesús no la dijo, sino que alguien la compuso utilizando recortes de las otras parábolas. Pero como ocurre casi siempre con estas cosas, son teorías que no se pueden demostrar, y cuyo resultado final, a pesar del aire de respetabilidad que puedan tener, es desacreditar la confiabilidad de la Biblia.

“Por tanto, … nosotros preferimos seguir pensando que esta parábola salió de una pieza, tal como nos ha llegado, de los labios del Señor Jesús. Así lo creemos y así vamos a estudiarla.”18.

(Mr 13:34) “Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.”

Los elementos de la parábola: El Señor Jesucristo se compara a sí mismo con un hombre que sale de viaje, un largo viaje. Este viaje es una alusión velada a su muerte, resurrección, y ascensión al cielo (regreso al Padre), desde donde regresará en el momento más inesperado. Los siervos y el portero hacen referencia a los discípulos.

¿Y la casa? Bueno hay varias posibilidades, podríamos pensar en este mundo como creación de Dios, y al cual los discípulos son enviados a trabajar. También en el Israel de los últimos tiempos. También en la Iglesia para el tiempo presente. O simplemente, y quizás lo más probable, es un elemento necesario para dar sentido a la historia, sin que haya que identificarla con algo concreto.

El viaje no es improvisado, está planificado, así que antes de salir deja las instrucciones oportunas. Cada siervo recibe autoridad de parte del amo y una tarea que ejercitar con esa capacitación. Este es un punto que llama la atención:

Primero: Porque nos enseña que el tiempo de ausencia de Jesús no es un tiempo para entregarnos a la vida contemplativa, al disfrute del mundo, la fama o el triunfo social y laboral. El tiempo de Su ausencia es tiempo de trabajo, “a cada uno su obra”, cada cual en la tarea que corresponda.

En términos generales, debemos estar ocupados en una vida de santidad práctica, en crecer en el conocimiento del Señor, en el cuidado los unos de los otros en amor, llevando el evangelio a los perdidos, ocupados en buenas obras que honran al Señor.

Después, de forma más específica, debemos recordar que el Señor nos ha dado al menos un don, una capacidad específica, y esta no es para mi disfrute, sino para ponerla al servicio del Señor (1ª Cor 12:11) (Ef 4:8).

Segundo: Porque nos enseña que el Señor nos capacita para Su Obra “dio autoridad a sus siervos”. Esta palabra exousia, se traduce “autoridad”, “poder”, “derecho”, “jurisdicción”, “gobierno”, “privilegio”, según el contexto. En nuestro caso “capacitación o poder para hacer algo”.

El texto no trata de una presunta jerarquía entre cristianos establecida por Jesús, donde unos tienen la autoridad y otros deben estar sometidos sí o sí. El texto trata de capacitación y de servicio por parte del Señor, además, no lo olvidemos, el ejercicio de autoridad entre los seguidores de Jesús implica disposición, humildad y servicio (Mr 9:35).

En cuanto a la capacitación para servir, este es el testimonio de Moisés o de Jeremías (Jer 1:6-7) en el Antiguo Testamento, o del propio Pablo en el Nuevo Testamento, “nuestra competencia proviene de Dios” (2ª Cor 3:5).

Tercero: Si bien el reparto de autoridad de acuerdo a las funciones es interesante, y una oportunidad para reflexionar en cómo usamos nuestro tiempo y nuestros dones (los cristianos de esta dispensación rendiremos cuenta de nuestra administración ante el Tribunal de Cristo, 2ª Cor 5:10), el énfasis está en el portero. De todos los siervos y tareas posibles, él es el único siervo que se menciona de forma específica.

Las responsabilidades del portero: Las familias que podían permitírselo, tenían un criado o criada que también atendía la puerta (Jn 18:16,17) (Hch 12:13-14). Ellos estaban atentos al sonido de la campana que estaba en la entrada, del golpear en la puerta, de la aldaba, a la voz que desde fuera avisaba que alguien había llegado, y entonces, tenían que levantarse rápidamente, o dejar la tarea que estuviesen haciendo, y según el caso abrir o dar aviso en la casa. Una función que implicaba confianza. De alguna forma la seguridad y el bienestar de la familia dependían de su trabajo.

Al insistir en el portero, Jesús no está despreciando la labor del resto de siervos, sencillamente se destaca el propósito de la parábola: La necesidad de no descuidar el pronto regreso de Jesús.

A continuación el propio Señor hace la aplicación:

(Mr 13: 35,36) “Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo.”

¿Nos damos cuenta lo que ha sucedido con la parábola? Ahora, en la aplicación, resulta que independientemente de la labor de cada uno, para el Señor ¡todos los discípulos son porteros!

Los ancianos en la congregación, los que ministran la Palabra, aquellos que tienen responsabilidades, es cierto que de alguna manera actúan como porteros.  Deben exhortar y animar a los hermanos para velar en santidad y trabajar esperando el regreso del Señor.

Pero el Señor va más allá de eso. Nos recuerda que cada discípulo es el portero de su propia vida. Y tiene que vivir y trabajar en la labor encomendada como un portero. La campana puede sonar en cualquier momento, la aldaba puede golpear la puerta, la voz puede sonar fuera, ¡es el Señor que viene! y debemos estar listos para recibirle (Lc 2:8) (Hb 10:25,37) (Stg 5:9).

Pero alguien además, y con sabiduría, añadía que esta preparación también debiera incluir la posibilidad de nuestro llamado a través de la muerte. Si el Señor nos llamara de este mundo ¿Estaríamos preparados para encontrarle? ¿Nos encontraría con el pié cambiado? No hablo en términos de Salvación sino de discipulado.

La importancia de la noche: Los judíos dividían la en tres partes o vigilias, los romanos en cuatro. Marcos usa la división romana: si al anochecer, es la tarde, entre las 18,00 y las 21,00. A la media noche, es el tiempo entre las 21,00 y las 00,00 de la noche. Al canto del gallo, entre la medianoche y las 03,00 de la madrugada. A la mañana; es el amanecer, entre las 03,00 y las 06,00 de la mañana. Qué conclusión se saca, que la noche representa el tiempo de ausencia del Señor Jesús (Ro 13:12). Y esta comparación es interesante.

Todos los que han tenido que trabajar de noche hemos dicho en más de una ocasión “la noche es para dormir”, y nos hemos visto dando cabezadas y peleando con el sueño. También saben lo peligroso que es cuando estás conduciendo, o cuando estás a cargo de una máquina. El Señor sabe la tendencia a dejarnos arrastrar por el mundo, adormecernos en sus melodías, bajar los brazos y perder la alerta. El mundo, como sistema suplantador de Dios, es malo. Y el cristiano no debe dormirse en sus brazos (Ro 13:11,12).

 

4. Conclusión.

(Mr 13:36) Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: velad”.

¿Puede haber mejor manera de concluir estas advertencias finales y con ello el Sermón Profético?

Por encima de todas las interpretaciones que puedan hacerse del mismo, hay una instrucción directa del Señor que prevalece, y que tiene valor atemporal para los discípulos: a todos lo digo: velad.

«Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.« (1ª Ts 5:4-6).

 

Pero aún no hemos terminado. Queda un tema por tratar. ¿Lo recuerdan? La “polémica” frase de Jesús que dice, en referencia a su retorno: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, … ni el Hijo, sino el Padre.” (13:32).

¿Por qué no sabe Jesús el momento exacto de su regreso? ¿Tendrán razón los que niegan la divinidad de Jesús?

 

Notas.

  1. Antonio Cruz. Parábolas de Jesús en el Mundo Postmoderno. Pág. 156. Editorial Clie.